Esta sociedad necesita urgentemente esperanza. Los cristianos, debemos de ser personas esperanzadas, transmitamos la alegría de vivir y un horizonte siempre mejor.
Pero actualmente la sociedad en su conjunto, vive hoy con demasiada carga de desesperanza, fruto del mal, en definitiva del pecado, de la mentira y del egoísmo.
Esta sociedad civil, necesita lideres mundiales ejemplares, limpios en su imagen pública y privada, personas capaces de liderar una forma distinta de ser y sentir.
La extensión del miedo a causa del Covi-19 es algo tenebroso y contraproducente para la sociedad en su conjunto.
El miedo, paraliza voluntades, paraliza las libertades y divide a las sociedades.
Los cristianos debemos de rechazar el miedo, de forma total, pues significa vivir sin esperanza, aunque tener miedo sea algo humano.
Una sociedad paralizada, es una sociedad sin herramientas para la critica y por lo tanto el riesgo de pensamiento único se extiende de forma tal que no hay colores intermedios, se produce la división total de la sociedad supuestamente entre lo que algunos califican políticamente correcto y lo incorrecto del que tiene valor para disentir.
El que tenga valor para disentir, se vera ante el “paredón” de la gran crítica y será tomado como alguien peligroso.
No nos dejemos manipular, veamos la vida con optimismo, pidamos la ayuda del Señor, para ser fuertes en convicciones y en valores.