LA PODREDUMBRE POLÍTICA IMPIDE ATENDER LOS PROBLEMAS REALES

La podredumbre política en la que nos movemos en España, está impidiendo que se atiendan los problemas reales de la sociedad.

Un Gobierno rodeado de presuntos casos de corrupción, únicamente  pendiente del relato, y de tapar tantos frentes como tiene abiertos, no está en condiciones  de dirigir este país.

Por un lado, tratando de complacer a sus socios, dándoles todo lo que piden para que sigan apoyando en el Congreso y por otro defendiéndose ante las investigaciones que se abren en los tribunales de justicia.

España, no puede seguir así, no vivimos en una normalidad democrática, con un Fiscal General investigado y el conocimiento de supuestas conversaciones, que ponen los “pelos de punta”, y que de ser ciertas como parece, demostrarían, que el estado de derecho está en serio riesgo.

El principal partido de la oposición, debe de tomar decisiones valientes, que demuestren que en España, no vivimos una normalidad democrática. Hay instrumentos dentro de la democracia, para dejar claro que la situación que vivimos está lejos de ser normal y que la oposición debe de actuar.

En caso de no hacerlo, sería cómplice de la situación que vivimos, que amenaza nuestro sistema de libertades y de respeto a la ley.

UNA GRAVE CRISIS POLÍTICA FRUTO DE UNA PROFUNDA PÉRDIDA DE VALORES

La grave crisis política que vivimos en España, es fruto de otras crisis, no menos graves: falta de valores, relativismo, aceptación de la mentira, egoísmo y falta de fe y valores éticos.

No podremos salir de esta “pesadilla” en forma de mentiras y corrupción de todo tipo, sino se recuperan  previamente los valores básicos, para que exista una sociedad sana.

La pérdida del sentido del bien y del mal es también, algo transversal, pero que tiene una gravísima repercusión cuando  desde el propio poder, se hace gala de un relativismo atroz, en el que sólo importa el poder por el poder, lo demás es secundario.

Cuando  la verdad molesta, cuando la honradez no se premia, tenemos como resultado una sociedad enferma y sin capacidad de defenderse de todo tipo de abusos, que desde la clase política se pretenda.

Hay que parar con valentía y con verdad, está deriva de “locura”, antes de que se lleve por delante la propia convivencia entre personas e ideas.

Si no profundizamos en los graves problemas de fondo, que ya empiezan con la baja calidad  de la educación, donde no se propaga valores , desde la familia, cada vez más desestructurada y dividida; será poco menos que imposible salir de esta situación tan grave que vivimos en España.

Hay que ir al origen de las cosas y no quedarse en lo que es meramente superficial. 

LA SENSACIÓN DE SOBERBÍA DE UNA MINISTRA

Las palabras subidas de tono entre la Ministra de Defensa, Margarita Robles y unos vecinos de Paiporta, por la limpieza de su garajes, al margen del asunto de fondo, sobre quién tenía razón, cuestión que desconozco, es una muestra más de la falta de empatía y paciencia de muchos de  nuestros gobernantes y políticos.

Puedo entender que la señora Robles, estuviera nerviosa, pero también los vecinos están muy nerviosos y con sobrados motivos, cuando ven que han perdido sus bienes, sus ilusiones y lo que es mucho más grave a su seres queridos.

La soberbia que mostró, la señora Robles, es la “punta del  iceberg” de la calidad humana de un Gobierno que ha perdido el sentido de la realidad y parece que hasta la decencia.

La debiera haber faltado tiempo a la señora Robles, para pedir perdón, por el mal momento que tuvo,  lo que hubiera quitado transcendencia a lo ocurrido, la hubiera humanizado, porque todos nos equivocamos.

Al menos el Presidente de la Generalitat Valenciana señor Mazón, con todos su errores, muestra humildad, aguanta lo que debe de aguantar y tiene signos de propósito de enmienda.

Definitivamente, la señora Robles aunque ya tarde, sólo tiene un salida: pedir perdón o de lo contrario marchase a su casa y que venga otra persona con mejor talante.

EN ESPAÑA, NOS ESTAMOS ACOSTUMBRANDO A CASI TODO EN POLÍTICA

Los españoles, parece que nos estamos acostumbrando a casi todo, lo que puedan hacer o no hacer nuestro políticos.

Ello puede ser fruto de una escasa formación política, o lo que creo más verosímil, una falta de medios “potentes”, que cuenten de verdad lo que aquí ocurre, salvo excepciones, basta con ver algunos informativos de televisiones.

Por ello, en España parece que dormimos en una especie de sueño,  del que cuando nos despertemos, lamentaremos el tiempo perdido y las mentiras admitidas.

La declaración del comisionista, Víctor Aldama, en la Audiencia Nacional, hubiera supuesto en cualquier país de nuestro entorno, dimisiones en cadena, grandes titulares y una reacción social diferente.

En España, nada de ello sucederá, al menos de momento, porque los enemigos de España, el nacionalismo que apoya al Gobierno y los partidos extremistas, están felices en la actual situación, cuanto peor mejor y controlan los resortes del poder.

 Lo que lo declarado Víctor Aldama, aunque  sea cierto en un veinte por ciento, hubiera sido suficiente en cualquier país con una democracia sana,  para que a esta hora ya hubiera dimitido el Gobierno en pleno.

Aldama, no es un cualquiera, como el Gobierno ahora trata de presentar, es un señor condecorado por el propio Ministerio de Interior con una condecoración de la Guardia Civil, es un señor, que entraba en el Ministerio de Fomento según dicen las informaciones, como si fuera un alto cargo más, es un señor que se ha reunido varias veces al a parecer con la esposa  del Presidente del Gobierno, un señor cuyo relato tiene bastantes visos de ser cierto, al menos en parte, porque nadie se incrimina si no tiene informaciones que puedan avalarse.

En definitiva, estamos visto lo visto, y respetando la presunción de inocencia de todas las personas, ante un asunto que tiene muy mala pinta, para algunos miembros del Gobierno.

No basta desacreditar a Aldama, diciendo que no tiene credibilidad, cuando este señor ha estado presente en momentos  claves, como la llegada de la Vicepresidenta Delcy a Barajas.

Llamar mentiroso a Aldama, por parte del Gobierno más mentiroso de nuestra historia reciente, no parece una buena disculpa: “La sartén le dijo al cazo, quítate que me tiznas”

EL PP DEBIERA DE DEJAR EN SUSPENSO SU PERTENENCIA AL GRUPO POPULAR EUROPEO

El que la señora Teresa Ribera, sea elegida finalmente como Vicepresidenta y Comisaria de la UE, es un insulto al sentido común, y una muestra clara, de como las instituciones europeas, viven de espaldas a los ciudadanos, demostrando ser unas élites políticas sin sentimientos, en realidad, es un ejemplo de que el sistema político de la UE está “podrido”.

Después de la desastrosa gestión de esta señora como Ministra, el remate total, ha sido la falta de empatía y diligencia para mostrar solidaridad con los afectados por la tragedia.

En  casi veinte días, la señora Ribera, no ha tenido tiempo para visitar la zona, queda por lo tanto todo dicho.

Ante estos hechos, el “órdago” lanzado por el Partido Popular del señor Feijoo, de no apoyar a esta señora, se ha visto traicionado por sus socios europeos, en concreto, por el señor Weber, responsable del grupo parlamentario, al ceder su apoyo a una persona con fuerte rechazos en su país de origen.

Ante ello, el PP de España, sólo debiera tener una salida: dejar en suspenso su pertenencia al Grupo Popular en el Parlamento Europeo.

Nada hará, y quedará fotografiado, como un partido sin credibilidad alguna, además del desprestigio ante sus propios electores.

 En definitiva, la UE, cada vez se parece más a una especie de mercado de vanidades y de poderes extraños, que no representan las necesidades de los ciudadanos, lo que no debiera extrañar, que cada vez sean más las voces que hablan de lo prescindible de una institución como la UE, que no soluciona nada, y sólo sirve para que un “casta” de políticos y funcionarios vivan a “cuerpo de rey”.

LARGA VIDA PROFESIONA A IKER JIMÉNEZ

No corren buenos tiempos para libertad de expresión, sobre todo en el ámbito informativo y periodístico.

No es algo que ocurra solamente en España, sino es algo que en los últimos años, parece querer extenderse incluso en países, donde las libertades en general, eran algo indiscutible.

En España, no somo ajenos a ello, y cada vez tenemos casos más evidentes, en cuanto alguien tiene la valentía de buscar la verdad, de opinar distinto, sea con razón si ella, de lo que piensan una serie de medios y personas que parecen querer erigirse sobre los demás con una pretendida superioridad moral, superioridad moral, que por supuesto en absoluto existe. Son una especie de “mercenarios”, al servicio del poder y de lo que ellos creen es políticamente correcto.

El caso más reciente de acosos en las redes y en algunos medios sobre un magnifico profesional, un comunicador que siempre busca la verdad, con sus errores como todos, pero con valentía, como es el caso de Iker Jiménez, es una buena prueba de ello, aunque afortunadamente la sociedad empieza a reaccionar y a darse cuenta de la cosas y sus intentos han naufragado.

No tengo el gusto de conocer a Iker Jiménez, pero me parece un comunicador coherente y valiente, que hace que sus programas siempre tengan algo de novedosos, diferente a lo anodino que quiere el poder actual.

Esta claro que molesta Iker Jiménez, lo que una buen prueba  de que no se somete a los dictados de un poder, cada vez más voraz, que quiere inmiscuirse en nuestra forma de ser y pensar.

Deseo larga vida profesional a Iker Jiménez, necesitamos cada vez más personas con valentía, que busquen la verdad y den cuenta a la sociedad de lo que realmente ocurre en tantos campos y no de las “milongas” de un oficialismo, cada vez más “cutre” y desorientado; no me extraña que no entiendan ahora el resultado electoral de Estados Unidos, en contra del dominio informativo de la casi totalidad de medios a los que casi nadie ya cree, visto el resultado final.

“DESCUARTIZANDO ESPAÑA”

Es todo un gran escándalo, una especie de venta de España a plazos, lo que esta haciendo el Gobierno de Pedro Sánchez, con nuestro país.

Nos acabamos de enterar, por informaciones recogidas en medios del Pis Vasco, que el Gobierno de España, ha concedido al Gobierno del País Vasco, nuevas capacidades normativas, nada menos, que sobre quince impuestos, entre ellos el IVA sobre depósitos en entidades de crédito y sobre energía eléctrica, además, se concede al Ejecutivo nacionalista, la posibilidad de participar directamente en algunos organismos financieros internacionales, como es el caso del ECOFIN, (Consejo de Asuntos Económicos y Financieros de la UE).

Pero lo más “gordo”  e increíble para cualquier persona, con un mínimo de sentido de la justicia redistributiva y de la solidaridad, es que el Gobierno de España, lejos de adecuar el llamado “cupo” vasco a la realidad, por los servicios que el Estado presta en la Autonomía; ha disminuido la cantidad en un 178 millones de euros menos, se ha pasado de pagar por parte del País Vasco  1.682 millones de euros en el año 2023, a pagar este 2.024, la cantidad de 1.504,5 millones.

Me pregunto, si las en las Comunidades limítrofes con el País Vasco, especialmente La Rioja, Castilla y León y Cantabria, habrá dirigentes políticos que denuncien  esta desvergüenza política, que supone un “dumping” competitivo,  quitar dinero de unos ciudadanos fieles a España y que no chantajean, para que enriquecer a los que luego con sus votos, permiten la permanencia de un Gobierno.

Es algo parecido a la “compra” de votos, para permanecer en el poder con el dinero de todos los ciudadanos.

Es de esperar, que la oposición, diga y haga algo, sobre todo el principal partido de la oposición, de lo contrario, estará contribuyendo en cierta forma a descuartizar el Estado, con todas sus consecuencias. 

LA SEÑORA RIBERA NO DEBE SER COMISARIA DE LA UE

Si el Partido Popular, quiere mantener un mínimo de credibilidad, no puede apoyar como Comisaria de la UE a la señora Ribera y debe de presionar en Bruselas, para impedir tal desatino.

Una persona, que en medio de una tragedia con ciento de muertos y personas que han perdido todos sus enseres, siendo responsable de la cartera que afecta a la cauce de los ríos y al Instituto Nacional de Meteorología y que no se ha dignado a visitar siquiera  las zonas afectadas, ni informar de sus políticas sectarias, que han hecho que el cauce de los barrancos estuvieran sucios y lo que es aún peor, no se han realizado inversiones previstas durante su mandato, que hubieran mejorado la respuesta a una grave situación.

Por otro lado, esta señora, ha sido la peor enemiga del campo español, por sus políticas radicales, fuera de las necesidades de nuestro agricultores.

Otro tanto, su boicot a las centrales nucleares, que pueden generar a medio plazo en España, problemas de abastecimiento, en momentos punta.

En definitiva, está señora no puede ser Comisaria Europea, sería un insulto al sentido común y un mayor descrédito para la UE.

GOTA FRÍA Y CAMBIO CLIMÁTICO

Por su interés reproducimos el artículo de Fernando del Pino-Calvo Sotelo, que “desarma” la estrategia de los promotores del llamado fraude climático.    


Fernando del Pino Calvo-Sotelo

13 de noviembre de 2024

La estrategia de los promotores del fraude climático es siempre la misma: aprovechar sistemáticamente el impacto mediático de fenómenos meteorológicos extremos para ligarlos al calentamiento global. Desde su perverso punto de vista, cuanto mayor sea la tragedia que causan, más útiles resultan. En este sentido, que Sánchez haya afirmado en la enésima cumbre del clima que la catástrofe de Valencia es culpa del cambio climático no debe sorprender, pues de paso así se exculpa.

El cambio climático como chivo expiatorio

El primero en comprender el potencial propagandístico de los fenómenos meteorológicos extremos fue Al Gore tras el huracán Katrina, que devastó el sudeste de EEUU en 2005. Sacándose de la chistera una inventada relación entre el calentamiento global y un inexistente aumento en el número de huracanes, Gore no perdió el tiempo: en tan sólo nueve meses estrenaba su documental Una Verdad Incómoda, que instrumentalizaba sin pudor los 1.800 muertos y los ingentes daños materiales causados por Katrina.

Más tarde, el propio IPCC (AR5) aclararía que las afirmaciones de Gore eran engañosas: «Los datos muestran que no hay una tendencia significativa de la frecuencia de huracanes en el último siglo (…), y estudios más recientes indican que es improbable que el número de huracanes haya aumentado en los últimos 100 años en la cuenca noratlántica»[1]. Uno de los científicos contratados por el IPCC lo corroboró en un artículo publicado en el Wall Street Journal: «Mis investigaciones, citadas en un reciente informe del IPCC, concluyen que los huracanes no han aumentado en frecuencia o energía acumulada. Al contrario, mantienen una variabilidad natural año tras año. La prevalencia global de grandes huracanes (categoría 4 y 5) tampoco muestra un aumento significativo»[2].

Pues bien, con la misma desfachatez que Gore, algunos han aprovechado la tragedia de Valencia para hacer propaganda de la ideología climática. Esto incluye a políticos inescrupulosos, burócratas globalistas, periodistas indocumentados y sedicentes «expertos» que viven de ello. Para que se hagan una idea, uno de éstos, que se presenta como «experto en cambio climático» a pesar de ser un biólogo especializado en botánica —que no sabe nada de física atmosférica, oceanografía o clima—, ha visto en las imágenes de coches amontonados (dentro de los cuales muchas personas murieron) «una oportunidad histórica para prescindir de los coches»[3], como ha manifestado con total frialdad. Semejante fanatismo, veteado por la ideología comunista que profesan muchas de estas personas, es frecuente.

Los fenómenos meteorológicos extremos no han aumentado

¿Qué nos dice la famosa “ciencia”? En primer lugar, que «si nos atenemos al estado actual de conocimiento de la ciencia, ningún evento meteorológico concreto puede atribuirse al cambio climático inducido por el hombre», según afirmaba la Organización Meteorológica Mundial antes de politizarse[4]. Por lo tanto, atribuir al calentamiento global cada fenómeno meteorológico natural, de un signo y también del contrario (cuando llueve mucho y también cuando llueve poco), es engañar a la población.

Pero es que además las inundaciones a nivel global no han aumentado. Según el IPCC, «sigue sin haber evidencia (…) respecto al signo de la tendencia en la magnitud y frecuencia de las inundaciones a nivel global»[5]. En su último informe (AR6), el IPCC corrobora que «las afirmaciones generales que atribuyen cambios en la probabilidad o magnitud de las inundaciones al cambio climático antrópico merecen una baja confianza»[6]. Más concretamente, estima que existe una «baja confianza» incluso en el signo de la tendencia observada en «fuertes precipitaciones e inundaciones pluviales»[7] como la que ha sufrido Valencia, es decir, ni siquiera se sabe si están aumentando o disminuyendo. Lo mismo ocurre con las sequías.

Hay más. Según el IPCC, «existe una gran confianza en que durante los últimos 500 años se han producido inundaciones mayores que las producidas desde el s. XX en Europa central y el Mediterráneo occidental»[8], es decir, en una época en la que no había calentamiento global (ni periodistas, ni globalistas, imagínense).

Por último, la temperatura del mar Mediterráneo tampoco ha sido un factor determinante por anómala. En efecto, las temperaturas del mar Balear (que baña las costas de Valencia), aun elevadas, se encontraban a finales de octubre de 2024 dentro de la variabilidad histórica para esas fechas (percentil 95) y eran muy inferiores a la temperatura habitual del mar durante otras gotas frías acaecidas en fechas otoñales más tempranas[9]. Son lamentables, una vez más, las engañosas insinuaciones de la AEMET para dar a entender lo contrario. Por cierto, el supuesto calentamiento superficial del mar Mediterráneo sólo afecta al Mediterráneo Occidental, pues el Mediterráneo Oriental se está enfriando ligeramente[10]. En cualquier caso, el calentamiento del mar Balear resulta inapreciable, pues se estima que la temperatura en superficie se está incrementando a un ritmo de 0,39ºC por década (repito, por década), una variación mínima de cara al ecosistema si la comparamos con las variaciones estacionales de más de 13ºC entre las temperaturas mínimas invernales y las máximas de verano.[11]

La gota fría de 2024 no fue un récord meteorológico

La ciencia ordena los fenómenos naturales extremos en función de sus magnitudes físicas: velocidad y sostenibilidad del viento en un huracán, volumen de precipitaciones y caudal en una inundación, magnitud en un terremoto, y viento y altura de las olas en un temporal en la mar, por ejemplo. Sin embargo, las personas de a pie tendemos a clasificar una catástrofe natural en función de la pérdida de vidas humanas y daños materiales que causa, no en función de sus variables meteorológicas. Esto puede llevar a confusión. Existen fenómenos naturales muy potentes que apenas causan víctimas y fenómenos menos potentes que provocan verdaderas catástrofes humanitarias.

Por ejemplo, el terremoto que asoló Haití en 2010 causó 300.000 muertos con una magnitud 7 en la escala Richter, mientras que el mayor terremoto jamás registrado por sismógrafos, con una magnitud 9,5 (es decir, 5.600 veces más potente que el anterior, dado que la escala es logarítmica), causó comparativamente “sólo” 1.700 muertos[12]. Del mismo modo, el mayor tsunami de la historia alcanzó una altura de 524 metros y arrancó de cuajo árboles que estaban en la ladera de un monte a esa altura sobre el nivel del mar,[13] pero se dio en una desierta bahía de Alaska en 1958, causando sólo 5 víctimas. Por el contrario, la altura máxima del tsunami del 2004 en el densamente poblado sudeste asiático fue de “sólo” 51 metros en el epicentro y generalmente no superó los 10m, pero acabó con la vida de 227.000 personas.

En este sentido, las torrenciales precipitaciones vividas en la provincia de Valencia en la gota fría del 2024 están lejos de ser un récord meteorológico, aunque hayan sido un triste récord como catástrofe humanitaria en nuestra historia reciente. En efecto, alguna estación alcanzó los 491mm en 24 h (1mm=1litro/m2) y otra supuestamente llegó a los 772mm (según la AEMET), cifra enorme, sin duda, pero inferior a la registrada en las gotas frías de 1982 y de 1987, durante las que España quizá vivió las 24 horas más lluviosas de su historia desde que existen registros pluviométricos. En efecto, el 20 de octubre de 1982 cayeron hasta 882mm en Muela de Cortes (Valencia)[14], aunque esas precipitaciones, que provocaron la rotura de la presa de Tous, causaron 40 muertos. Asimismo, en la riada de La Safor del 3 de noviembre de 1987 se registraron 817mm en 24 h en la estación valenciana de Oliva y hasta 1.000mm en 36h en la estación de Gandía[15], aunque sólo murieron 7 personas. También podrían mencionarse las lluvias torrenciales del 19 de octubre de 1973 en Almería, durante las que se registraron 600mm en sólo 7 horas y hasta 420mm en sólo una hora, causando 150 muertos[16]. En 1973, por cierto, el planeta llevaba casi 30 años enfriándose a pesar del aumento de CO2, tendencia que se revertió hacia 1979.

La realidad es que casi todos los años el Levante español sufre una gota fría (expresión popular adaptada del original alemán «depresión fría de altura») que esporádicamente es catastrófica. Como nos recuerda el meteorólogo Inocencio Font en su magnífica obra Climatología de España y Portugal, «desde tiempos inmemoriales los habitantes de las comarcas del litoral mediterráneo de la Península se han visto sometidos ocasionalmente a los efectos desastrosos de grandes y repentinas avenidas y riadas y consecuentes inundaciones causadas por lluvias torrenciales de inusitada intensidad».[17] Aunque no existieran registros pluviométricos en aquel entonces, sabemos que el 27 de septiembre 1517 el Turia se desbordó y causó centenares de muertos y que el 15 de octubre de 1879 la riada de Santa Teresa (antaño las riadas se calificaban según el santoral) causó en Murcia más de 1.000 muertos.

Finalmente, es difícil establecer una tendencia clara en la pluviosidad de la región. En Valencia capital, por ejemplo, ésta es la evolución de las precipitaciones desde 1937, en la que sobresale la gran inundación de 1957:[18]

El factor humano

Pero si las lluvias de hace dos semanas no fueron un récord en cuanto a precipitaciones, ¿por qué hubo tantas víctimas? ¿Fue por una inevitable catástrofe natural de tintes épicos o influyeron errores humanos perfectamente evitables? Como veremos, más allá del triste azar, la dejadez, irresponsabilidad e incompetencia de nuestra clase política han jugado un papel importante.

El primer factor humano ha sido la descontrolada expansión urbana en barrancos y cauces secos naturales, que aumentó el nivel de riesgo de la población. El terreno urbanizado, además, impermeabiliza el terreno y facilita la riada. Sin duda, podrían haberse arbitrado normas urbanísticas especialmente restrictivas, prohibiendo construir en determinadas zonas o limitando la construcción de plantas bajas y subterráneos. También podría haberse sobredimensionado la red de saneamiento público para facilitar la evacuación de las aguas.

La expansión urbana agrava el error por omisión que supone la inexistencia de infraestructuras hidrológicas adecuadas (cauces y diques) para encauzar las aguas y prevenir inundaciones en zonas de alto riesgo. Peor aún: al menos desde 2007 existían proyectos hidrológicos ad hoc de la Confederación Hidrográfica del Júcar (que depende del Ministerio de Transición Ecológica) que no habían merecido la atención de las autoridades políticas[19], sea por razones ideológicas (ecologistas) o políticas. De hecho, algunos expertos califican lo ocurrido como «un desastre anunciado».[20]

Como aclaran ingenieros de Caminos, si los ríos estuvieran debidamente encauzados, la probabilidad de inundaciones tan dañinas se reduciría considerablemente[21]. Por ejemplo, gracias a la canalización del Turia realizada en tiempos de Franco tras la catastrófica inundación de 1957 (81 muertos), la ciudad de Valencia no ha vuelto a sufrir inundaciones significativas. Luego la desidia e incompetencia de nuestra clase política, que valora las inversiones y el gasto público en función de cuántos votos pueden comprar ―algo característico del Estado de Bienestar― en vez de en cuántas vidas pueden salvar, es un factor explicativo.

Finalmente, el fanatismo ecologista, proclive a impedir el mantenimiento de los cauces y a destruir azudes y presas (en vez de construir más), posiblemente haya contribuido a aumentar el caudal de la riada y a producir un aluvión de cañizo que ha incrementado el daño causado.

La incapacidad de la AEMET

En segundo lugar, la población no fue debidamente alertada. En este caso, la responsabilidad es doble: primero, la AEMET ―dependiente del ideológico Ministerio de Transición Ecológica― claramente no supo prevenir del orden de magnitud de las precipitaciones que iban a darse en las siguientes 24 horas en Valencia, pues su previsión estándar de nivel rojo («en estas zonas se podrán superar los 150-180mm en las próximas 12-24 horas») se quedó muy corta frente a la realidad de más de 700mm. Segundo, las incompetentes autoridades políticas (gobierno autonómico, delegación del gobierno y gobierno nacional) no comunicaron la alerta a tiempo, ni a la población ni a los alcaldes de las zonas afectadas, como ellos mismos han manifestado.

 La incapacidad de la AEMET para prever con precisión el nivel de precipitaciones es patente a pesar de la campaña lanzada para proteger a una institución convertida en punta de lanza de la ideología climática. En efecto, la AEMET se limitó a emitir una sucesión de avisos estándar de nivel rojo definidos genéricamente como «riesgo meteorológico extremo (fenómenos meteorológicos no habituales, de intensidad excepcional y con un nivel de riesgo para la población muy alto)», en los que recomiendan «tomar medidas preventivas, mantenerse informado de la predicción meteorológica y no viajar salvo que sea estrictamente necesario». Como ven, no hay ninguna prohibición taxativa ni ninguna advertencia expresa de riesgo de muerte, algo lógico, pues en los últimos 12 meses la AEMET emitió 182 avisos de nivel rojo por distintas causas[22]. ¿Qué diferencia había entre el aviso de nivel rojo de Valencia y los anteriores 182?

Por otro lado, resulta dudoso que la AEMET previera realmente el nivel de precipitaciones más allá de la rigidez del protocolo (¿dónde están los mails internos que lo demuestren?), pues el nivel de conocimiento de la ciencia meteorológica ―un sistema multifactorial, complejo, caótico y no lineal― es aún bastante primitivo y tiene amplios márgenes de error, como admite el propio portavoz de la AEMET: «En meteorología trabajamos siempre con incertidumbres, porque la atmósfera es un sistema caótico y no se puede conocer, a ciencia cierta, la cantidad exacta de lluvia que puede caer en un lugar concreto y en un período de tiempo determinado».[23] Eso es así. Pero si la incertidumbre impide conocer a ciencia cierta la lluvia que caerá mañana en una localidad de España, ¿acaso no supone una deshonestidad intelectual que dicha incertidumbre desaparezca mágicamente cuando la AEMET realiza afirmaciones dogmáticas sobre el clima del planeta para dentro de 100 años?

No se previno a la población

En tercer lugar, tras el aviso rojo estándar de la AEMET, las autoridades políticas no trasladaron a la población el nivel de alerta correspondiente hasta que ya había comenzado el diluvio, por lo que la gente no tuvo tiempo de prepararse. De hecho, hubo residentes que recibieron un primer mensaje de alerta en sus móviles el jueves 31 a mediodía, según me ha relatado alguno de ellos. La responsabilidad aquí recae en la incompetencia de las autoridades políticas, pero el tema es aún más grave, pues la población no sólo no fue avisada, sino que, tras el desastre, fue completamente abandonada por la dolosa inacción (presumiblemente constitutiva de delito) del gobierno de Sánchez[24].

La población no sabía qué hacer

En cuarto lugar, aunque se hubiera trasladado la alerta a tiempo no existe en España un protocolo de actuación que indique a la población claramente lo que hay que hacer y evitar. Dada la regularidad de las gotas frías otoñales en el Levante sorprende que no se haga una campaña de prevención y concienciación pedagógica en medios de comunicación, colegios y universidades.

Cierto es que Protección Civil hace ciertas recomendaciones en el caso de inundaciones: «Evite cruzar por zonas inundadas, tanto en coche como a pie, y abandone el vehículo por la ventanilla si es necesario si el nivel del agua sube o si llega al eje de la rueda o al nivel de la rodilla».[25] También recomienda salir de sótanos o garajes inmediatamente.

En este sentido, la Agencia Federal de Gestión de Emergencias norteamericana (FEMA) advierte con mucho mayor detalle del peligro de intentar vadear o conducir en estas circunstancias, pues la letalidad de las inundaciones es función de dos variables y no sólo de una: de la profundidad del agua y de su velocidad: «Aguas poco profundas que se desplazan a gran velocidad pueden ser mortales independientemente de si se sabe nadar bien o no». Además, el nivel del agua puede aumentar considerablemente en cuestión de pocos minutos, y el agua turbia puede arrastrar objetos sólidos y cortantes, que pueden producir heridas graves.

Según la FEMA, «en inundaciones repentinas el 75% de las muertes se producen por ahogamiento (…) porque las personas infravaloran la fuerza de la corriente o la profundidad del agua durante evacuaciones tardías, intentos de salvamento o conductas inapropiadas. El 63% de las muertes ocurren en vehículos, el 14% en personas accidentalmente arrastradas por la corriente y el 9% en personas que intencionadamente se metieron en ella».[26]

Finalmente, la FEMA deja claro que los riesgos de ahogamiento en inundaciones aumentan «en países no desarrollados en los que la gente vive en zonas proclives a inundarse y en los que la capacidad de alertar, evacuar o proteger a las comunidades de las inundaciones es débil».[27]

Desgraciadamente, éste ha sido el caso de España, país al que su clase política está arrastrando poco a poco, pero con paso firme, al tercermundismo.

[1] IPCC Quinto Informe, WG 1, Cap. 2.6, p.216-217.

 

LA HISTORIA DESMIENTE A NUESTROS POLÍTICOS

Desde el principio de los tiempos, el mundo ha sufrido catástrofes naturales de todo tipo: inundaciones, terremotos, vientos huracanados, inundaciones, maremotos.

Lo seres humanos, a través de los siglos, hemos tenido que convivir con todas las fuerzas  de la naturaleza, con sufrimiento, perdida de vidas humanas y desaparición de ciudades completas, como ocurrió con Alejandría.

Por lo tanto, no se puede olvidar los efectos incontrolables de la naturaleza, máxime, cuando en vez de tomar medidas como en caso de las inundaciones de la Comunidad Valenciana, se han desestimado obras fundamentales en forma de presas, como las previstas en el Plan Hidrológico  Nacional, desechado por Rodríguez Zapatero, es una de las decisiones más lamentables y perniciosas que se han tomado  en dos siglos en España.

Los actuales gobernantes, quieren hacernos creer, en materia de fenómenos meteorológicos, que todo es algo nuevo, que sucede por el llamado cambio climático, cuando todos conocemos por la ciencia, que desde el inicio de la creación el cambio es una constante en el clima en las diferentes regiones y continentes.

Así el famoso barranco del Poyo, que ha sido el principal causante de está catástrofe que se esta viviendo en la Comunidad Valenciana, siempre ha sido motivo de preocupación a los largo de lo siglos.

En los últimos 250 años ha sufrido unas cien inundaciones graves.

El sacerdote y científico valenciano, Padre Cabanillas, recogía en su publicación de 1.795,titulada:”Observaciones sobre historia natural, geografía, agricultura, poblaciones y frutos del Reyno de Valencia”, que el barranco del Poyo, era un barranco casi siempre seco, salvo en las avenidas, cuando recibe tanta agua y corre furiosamente, que destruye cuanto encuentra su paso. en 1.775, causó muchas desgracias en Chiva, sorprendiendo a media noche a los vecinos, asolando un número considerable de edificios y esparciendo más allá de do leguas, los despojos y los cadáveres de la pobre gente que no pudo evitar la muerte, así lo recoge el Padre Cabanillas.

La Confederación del Júcar, tenia que haber desarrollado multitud de obras que hubieran servido para evitar una tragedia tan grande como la que estamos viendo.

Ahora, lo políticos y los ecologistas de salón se lavan las manos y no son capaces de reconocer su gran responsabilidad, por tratar de imponer ideología en vez de seguridad y bienestar.