Siento decirlo, el señor Revilla, con el máximo respeto y afecto a su persona, creo que un Presidente del Gobierno de un Comunidad Autónoma, debiera razonar más si está convencido de algo y no imponer aspectos fundamentales en la vida de las personas.
Las leyes están hechas para ser cumplidas y su cumplimiento es garantía para todos los ciudadanos por igual.
No se puede obligar nadie a ponerse una vacuna en contra de su voluntad.
Debiera asesorarse el señor Presidente en algún jurista de prestigio y que le informará de los tratados internacionales, rubricados por España, que impiden ninguna imposición de este tipo.
Si la vacuna es segura, en lo que no entro, no habría duda alguna en la totalidad de la población y no habría necesidad de imponer nada y mucho menos estigmatizar a nadie, lo que pudiera llevar a la existencia de delito de odio.
El problema señor Revilla, es que la sociedad en general empieza a no confiar en la clase política, lo que es sin duda peligroso, pero todo ello es fruto de la práctica cotidiana de tantos y tantos responsables políticos de la mentira o de la media verdad.
Salvo personas malvadas, nadie en su sano juicio, puede desear que las vacunas fracasen, todo lo contrario, la población las recibió con ilusión a pesar de que algunos científicos advirtieron de que no era la solución definitiva.
Los políticos en general, no pueden pretender que a ellos se les crea más que a un Premio Nobel, sin interés alguno en mancillar su propio prestigio o en grandes investigadores, que igual usted no ha tenido la oportunidad de conocer, porque los medios oficiales no les dan la opción de meramente contrastar ideas.
Esta pandemia, esta trastocando valores nunca discutidos por los demócratas, sin darse cuenta que detrás de la vulneración de las leyes que nos hemos dado, sólo está el abismo y la división.
No se trata de tener razón o no tenerla por decreto, señor Revilla, se trata entre todos buscar la verdad y lo mejor para la sociedad y no disculpas diarias para salir del paso.
La verdad a todos no hará más libres, mejores y más seguros. Sólo, desde la investigación científica independiente y sin intereses por medio, la sociedad encontrará salida a esta grave crisis.