LA UE NO NACIÓ PARA ESTO

La UE, se está convirtiendo en un problema, para una gran parte de la sociedad europea.

El europeísmo, que estaba en máximos históricos de popularidad, se está quedando en nada, merced a las políticas incomprensibles implementadas desde Bruselas y que en vez de facilitar la vida de los ciudadanos europeos, día a día se la  complica, hasta límites de lo absurdo. 

En la actualidad, con sus increíbles  normas climáticas, han dejado  al potente sector del automóvil, en una gravísima crisis que de no solucionarse de manera inmediata, llevará al paro a miles de trabajadores en el viejo continente.

Por otro lado, el sector agrícola y ganadero, esta siendo sometido a normas que en algunos casos son imposibles de cumplir y en otros, a una pérdida de competitividad frente a productos de tercero países, que entran en Europa sin el control necesario de calidad y exigencias que se reclama para los productos propios.

La UE, está descuartizando el sector naval, permitiendo de manera alegre la construcción por parte de navieras europeas de buques en China, en detrimento de nuestros astilleros.

Para colmo de males, estos señores de Bruselas, inmiscuyéndose en poderes que nadie les ha dado, se han convertido en belicistas, y quieren crear el pánico en los ciudadanos  para justificar nuevos endeudamientos y fabricar armamento para defendernos de un supuesto peligro.

La UE, no ha nacido para esto y los ciudadanos, debemos de parar esta forma de actuar antidemocrática e incomprensible de unos políticos sin control alguno.

Está no es la Europa que queremos. 

UCRANIA: DE LA PROPAGANDA AL DELIRIO

Una vez más, uno de los pocos sabios, que quedan en este país, no sólo por sus conocimientos y formación ética sino por su extraordinaria formación como es D. FERNANDO DEL PINO-CALVO SOTELO, nos da datos y razones, de una realidad  muy distinta a la que la clase política y los medios de comunicación, nos quieren hacer ver sobre la guerra en Ucrania .

Por su interés reproducimos el siguiente trabajo…. 

Fernando del Pino Calvo-Sotelo

6 de marzo de 2025

La Edad de Oro de la propaganda que estamos viviendo facilita la creación y propagación de histerias colectivas —como lo fue la pandemia—. ¿Estamos ante una de ellas con la guerra de Ucrania?

El primer indicio de una histeria colectiva es una antinatural unanimidad de opiniones consecuencia de un previo bombardeo mediático destinado a ablandar los sesos y encender los ánimos. Todo el mundo piensa igual, lo que suele indicar que nadie está pensando en absoluto.

El segundo indicio es un maniqueísmo simplista que presenta todo como una lucha entre buenos (nosotros) y malos (ellos). Irónicamente, los yonquis del poder, campeones del relativismo, no dudan en apelar al bien y al mal ―conceptos en los que no creen― con tal de que les sirva a sus propósitos.

El tercer indicio es una población manipulada presa de pasiones desbocadas (miedo e ira) que extinguen cualquier intento de apelar a la razón, a la serenidad o al diálogo. El pensamiento único se convierte en dogma y la heterodoxia no se tolera, lo que da lugar a sobrerreacciones emocionales ante cualquier opinión contraria. Las críticas argumentativas son sustituidas por críticas ad hominem (negacionista, quintacolumnista, etc.) y se justifica la falta de respeto o incluso la violencia —no necesariamente física— para acallar al disidente.

La histeria colectiva transforma al individuo racional en individuo-masa. El individuo racional piensa y pondera argumentos y se une a otros como decisión individual, por convencimiento. El individuo-masa, por el contrario, se mueve por impulsos y emociones primitivas y se funde con la masa en grupo, por simple contagio. El individuo racional muy raras veces es capaz de linchar a nadie; el individuo-masa es capaz de linchar al disidente entre gritos de júbilo.

La «conversación» en el Despacho Oval

Último acto. Escena primera. «No está usted en muy buena posición. No está ganando esta guerra. Está jugando con la vida de millones de personas. Está jugando con la Tercera Guerra Mundial».

Es difícil encontrar una sola mentira en esta frase que Trump le espetó al presidente ucraniano en el penoso espectáculo que protagonizaron en el Despacho Oval. En efecto, Zelensky lleva tres años intentando arrastrarnos a una Tercera Guerra Mundial, como cuando mintió al culpar a Rusia de disparar un misil cuyos restos cayeron sobre Polonia (territorio OTAN) matando a dos personas. El misil había sido disparado por los propios ucranianos[1].

Sin embargo, la reacción mediática a lo ocurrido en la Casa Blanca ha consistido fundamentalmente en echar espumarajos por la boca, actitud que no es muy útil para analizar la realidad. Así, el odio un poco enfermizo que nuestra clase periodística siente por Trump (y ahora también por Vance, tras su discurso en Múnich) le llevó a repetir la consigna oficial que tildaba el incidente de «encerrona»:

 

 

 

Sin embargo, dado que el encuentro fue televisado de principio a fin, sabemos que los hechos (y la lógica) no sustentan tal relato. A pesar de la actitud hosca y en ocasiones provocadora del ucraniano, los primeros cuarenta minutos de conversación en el Despacho Oval transcurrieron sin incidentes, y estaba programado un almuerzo privado entre los dos presidentes y la firma del acuerdo comercial en el ceremonial East Room, la sala más amplia de la Casa Blanca.

El desastre diplomático, por tanto, fue un error de Zelensky, que ha perdido el sentido de la realidad y perdió también los papeles: chulesco e impertinente, se dirigió con innecesaria hostilidad a Vance tras contestar éste a un periodista polaco que había que dar una oportunidad «a la diplomacia». Vance no se había dirigido a él, pero el desubicado presidente ucraniano se encaró con el vicepresidente, le tuteó con desdén («JD») mientras éste le trataba educadamente de «Sr. presidente», y luego entró en barrena con Trump, su anfitrión y financiador.

¿Qué le pasa a Europa?

Sin embargo, el incidente no pasa de ser una anécdota. Más relevante es el nerviosismo del contubernio político-periodístico europeo. La impostada «cumbre» en Reino Unido nos hace preguntarnos por qué Europa no ha tenido ni una sola iniciativa de paz en tres años de guerra, y escenifica lo que resumió acertadamente Orbán hace unas semanas: el mundo ha cambiado y la única que no se ha enterado aún es Europa. Se aproxima un baño de realidad.

¿No es extraño que una iniciativa de paz para Ucrania haya sido recibida en Europa con recelo e indignación? Sin duda, el carácter perdonavidas de Trump no le gana adeptos, pero Obama y Biden eran también enormemente arrogantes. ¿Por qué surge entonces este visceral rechazo? ¿Acaso no es preferible la paz a la guerra? ¿No vale más un mal arreglo que un buen pleito? ¿O es que vamos a gritar ¡victoria o muerte!, como hacen los periodistas y políticos europeos con la ligereza de quien ni va al frente ni envía a sus hijos a morir?

«Es mejor y más seguro una paz cierta que una victoria esperada», escribía Tito Livio hace 2.000 años. Pero es que Ucrania no tiene esperanza alguna de victoria: la alternativa a la paz es una mayor pérdida de territorio y de vidas humanas y el potencial retorno a la no-existencia que ha sido la norma de este país a lo largo de su breve historia.

Quizá Europa se haya creído su propia propaganda, aunque sus dirigentes digan una cosa en público y otra muy distinta en privado; o quizá le moleste su creciente irrelevancia, pues, como he defendido desde un principio, los dos actores principales de este conflicto siempre fueron Rusia y EEUU, mientras que Ucrania y la UE eran sólo actores secundarios o meras comparsas.

En cualquier caso, algo nos pasa. Trump es mucho más popular en su país que en Europa. A Zelensky le pasa al revés: es mucho más popular en Europa que en su propio país. Por lo tanto, o los ciudadanos de esos países no se enteran de nada o somos los europeos los que no nos enteramos. ¿No estaremos de nuevo cegados por una histeria colectiva que impide un análisis racional de los hechos?

La excesiva canonización de Zelensky

En el resto del mundo Zelensky carece de la aureola que le rodea en Europa. Estéticamente, el presidente ucraniano fue siempre una cuidada construcción publicitaria ―uniforme verde/negro, corte de pelo militar y barba de tres días―, pero ya es algo más: un líder mesiánico y bunkerizado que «se engaña a sí mismo», como reconoció uno de sus colaboradores a la revista Time hace un tiempo. «No nos quedan opciones, no estamos ganando, pero intente usted decírselo», se lamentaba el frustrado ayudante del presidente ucraniano[2].

Decía Kissinger que el poder es el afrodisíaco supremo. Deslumbrado por los focos, Zelensky nunca comprendió que estaba siendo utilizado por el Deep State de Biden ni parece haber comprendido que en EEUU se ha producido un cambio de régimen: el Deep State que lo aupó perdió las elecciones frente a Trump (como pronostiqué que ocurriría), y Trump quiere la paz.

Por lo tanto, por mucho que simpaticemos con la heroica resistencia del pueblo ucraniano, resulta difícil comprender la canonización de un yonqui del poder (otro más, como los de Moscú, Washington o Bruselas) que ha arrastrado a su país a la destrucción con una guerra perdida de antemano contra un adversario implacable que no podía perder.

Los medios también ocultan que el presidente ucraniano es un líder autoritario. En efecto, «con la excusa de la guerra» (en acertada expresión de la revista Newsweek) ha practicado una clara política represiva, cerrando medios de comunicación hostiles y encerrando, persiguiendo judicialmente o sacando del país a sus opositores[3]. Hace un año destituyó (¡en mitad de una guerra!) al competente general Zaluhzny enviándole de embajador a Londres porque en las encuestas Zaluzhny obtenía un 41% de apoyo popular frente al magro 24% que obtenía él[4]. Como apunta Newsweek, resulta muy dudoso que la Ucrania de Zelensky pueda hoy considerarse una democracia[5].

Una paz poco deseada

¿Desea el presidente ucraniano la paz? En 2022 aprobó un decreto prohibiendo las negociaciones con Putin, es decir, convirtiendo en delito buscar la paz[6]. ¿No es un poco extraño? No podemos obviar que Zelensky tiene un incentivo perverso para mantener su belicismo: mientras dure la guerra y la ley marcial, no tiene que convocar elecciones, puede seguir con sus giras de vanidad internacionales y controla los dineros de uno de los países más corruptos del mundo, pero cuando haya paz y se convoquen elecciones, las perderá, y el negocio se acabó.

Existe, por tanto, un potencial conflicto de interés entre el presidente de Ucrania y sus ciudadanos, pues el primero no tiene prisa por alcanzar la paz, pero los ucranianos sí, a pesar de los odios generados durante esta cruenta guerra. Contrariamente a lo que insinuó Zelensky en la Casa Blanca, el 52% quiere negociar el final del conflicto y está dispuesto a hacer concesiones territoriales para lograrlo. Sólo un 38% quiere continuar luchando, porcentaje que baja cada mes que pasa[7].

Resulta curioso que el otro día el presidente ucraniano basara su negativa a negociar la paz en que Putin supuestamente no respeta los acuerdos que firma. Trump se lo rebatió, basándose en su experiencia con el autócrata ruso en su primer mandato. Bill Clinton estaba de acuerdo con Trump: preguntado en 2013 si se podía confiar en Putin, Clinton respondía: «Cumplió su palabra en todos los acuerdos a los que llegamos»[8].

Las ventajas del análisis racional

Como he tenido ocasión de argumentar en muchos artículos, la propaganda occidental, transmitida al pie de la letra por el contubernio político-periodístico europeo, ha construido un relato falaz sobre las causas últimas y el desarrollo de la guerra. Según dicho relato, nos encontraríamos ante una lucha entre buenos y malos, entre ideales de democracia y tiranía, y la invasión rusa habría salido de la nada («agresión no provocada», es el mantra) como preludio de una nueva invasión de Europa, a pesar de que desde 1991 las fronteras de Rusia no se han movido un ápice (no así las de la OTAN).

Todo esto son paparruchas, pero en España han encontrado especial eco debido a nuestra nobleza, que admira la valentía y defiende al débil frente al fuerte. Así, una guerra en un país que muy pocos españoles sabían situar en un mapa hace tres años ha levantado una quijotesca reacción antirrusa muy distanciada de lo que un análisis más sosegado de los datos invitaría a tener y, desde luego, muy lejos de lo que conviene a nuestros intereses nacionales.

El camino es otro. Para lograr una comprensión de la realidad y una cierta capacidad de previsión de los acontecimientos debemos sustituir esta volcánica erupción emocional por un análisis racional y lógico. Condición necesaria, desde luego, es llevar una dieta estricta de prensa: leer poco y no creerse nada.

Así, para el afortunado no-lector de prensa, los datos y la lógica permitían desde un principio comprender que no estábamos ante un conflicto entre Rusia (Goliat) y Ucrania (David), sino ante un conflicto indirecto entre EEUU y Rusia provocado por EEUU, en el que Ucrania ponía los muertos y Europa el suicidio económico (y geopolítico). Mientras los medios hacían creer que Ucrania iba ganando la guerra, este blog informaba de la realidad, esto es, que para Ucrania la guerra estaba inevitablemente perdida desde un principio, y criticaba la futilidad del envío de armas y carros de combate occidentales, que, lejos de ser armas milagrosas, sólo lograrían posponer lo inevitable.

Aunque la habitual niebla informativa dificulte conocer con precisión las bajas de los contendientes, el orden de magnitud de las bajas ucranianas se situaría hoy entre 750.000 y 900.000 hombres frente a un mínimo de 150.000 bajas rusas. Estos datos deben tomarse con cautela, pero la proporción es inversa a la que predican los medios. Como indicador indirecto, en los intercambios de cadáveres los rusos están entregando entre 5 y 10 veces más cuerpos de soldados ucranianos muertos que los cuerpos de rusos entregados por aquéllos.

Un análisis ecuánime de la realidad, por ejemplo, nos permitió comprender que uno de los objetivos de EEUU en este conflicto era descarrilar el proyecto del gaseoducto Nord Stream 2, como defendió este blog cinco meses antes de que los norteamericanos (solos o en compañía de otros) presuntamente lo sabotearan, y prever el colosal fracaso de la contraofensiva ucraniana de verano de 2023, jaleada por unos medios que cantaron victoria prematuramente mientras empujaban a los ucranianos a la muerte.

En conclusión, un análisis sereno y emocionalmente distanciado de los hechos permite comprender la realidad, prever acontecimientos y desechar sinsentidos, como la extrema debilidad del ejército ruso (incompatible con su intención de conquistar Europa), el cáncer, Párkinson y desequilibrio mental por aislamiento covid de Putin, o la posibilidad de que Rusia usara armas químicas o nucleares, relatos que se ponen en circulación para ser retirados y olvidados en cuanto pierden su utilidad.

Los antecedentes

La propaganda se apoya frecuentemente en la falta de memoria de la población, por lo que conviene recordar algunos antecedentes del conflicto. Como decía Eurípides, «sencillo es el relato de la verdad, y no requiere de rebuscados comentarios».

La guerra en Ucrania no nació por generación espontánea, sino que ha sido el culmen de una constante política de provocación por parte de EEUU. Al terminar la Guerra Fría, EEUU prometió a Rusia que la OTAN no se expandiría «ni una pulgada» hacia su frontera[9], pero la OTAN incumplió su promesa: aprovechando la debilidad rusa, se fue ampliando hacia el Este, un «error fatídico», en palabras de George Kennan[10].

Para entonces la OTAN había abandonado su carácter meramente defensivo, como ha quedado patente en su agresiva participación en un conflicto de un país no miembro. De hecho, en 1999 había atacado Serbia, país aliado de Rusia, cuya capital bombardeó durante 78 días sin mandato de la ONU.

En 2007, Putin denunció la expansión de la OTAN en la Conferencia de Seguridad de Múnich. Una vez más, la respuesta norteamericana fue ignorar y provocar a Rusia: en su cumbre de Bucarest del siguiente año (2008), la OTAN aprobó el proceso de anexión de Albania y Croacia y acordó la futura incorporación de Georgia y Ucrania[11].

Respecto de Ucrania, EEUU sabía por su embajador en Rusia (más tarde director de la CIA) que su incorporación a la OTAN era «la más roja de las líneas rojas» no sólo para Putin, sino para toda la clase dirigente rusa: «Durante más de  dos años de conversaciones con las principales figuras políticas rusas, desde los mayores defensores de una línea dura en el Kremlin hasta los más acerbos críticos de Putin, no he encontrado a nadie que no considerara la pertenencia de Ucrania a la OTAN como un desafío directo a los intereses de Rusia»[12].

En 2014, EEUU instigó un golpe de Estado en Ucrania[13] que desalojó del poder a su entonces presidente, democráticamente elegido, que abogaba por una neutralidad amigable con Rusia[14]. Ante esta política de hechos consumados, Rusia reaccionó por la vía de los hechos y se anexionó Crimea, que había pertenecido a Rusia desde finales del s. XVIII hasta 1954 (cuando Kruschev la regaló a Ucrania dentro de la propia URSS) y cuya importancia radica en que acoge desde hace 240 años la única base naval rusa de mares cálidos (Sebastopol). Lo hizo sin disparar un solo tiro, pues la población de la península de Crimea era claramente rusófila, como manifestó el posterior referéndum de adhesión a Rusia (a priori sospechoso, pero corroborado por encuestas occidentales)[15].

Tras los turbios acontecimientos del 2014, Rusia y Ucrania firmaron los Acuerdos de Minsk, que pronto serían papel mojado. El tradicional victimismo ruso fue vindicado por el posterior reconocimiento por parte de la excanciller alemana Merkel de que los Acuerdos habían sido meras maniobras dilatorias de Occidente para dar tiempo a Ucrania a rearmarse para un futuro conflicto con Rusia[16].

A partir de 2014 la OTAN comenzó a armar y entrenar al ejército ucraniano en mitad de una guerra civil en el Donbas. Por lo tanto, la guerra en Ucrania no comenzó en 2022 sino en 2014, como reconoció el secretario general de la OTAN[17].

En junio de 2021, la OTAN declaró que «reiteraba la decisión tomada en 2008 de que Ucrania se convertirá en miembro de la Alianza»[18].

En diciembre de 2021 Rusia presentó a la OTAN una propuesta de acuerdo de seguridad mutua que incluía la no incorporación de Ucrania a la organización, junto con otras propuestas más maximalistas[19]. La propuesta-ultimátum fue rechazada con desdén por los EEUU de la Administración Deep State-Biden.

La invasión

Finalmente, en febrero de 2022 Rusia invadía Ucrania con un contingente de tropas relativamente escaso que a todas luces no estaba destinado a la conquista del país ni a un largo conflicto, sino a lograr una rápida capitulación: «el arte supremo de la guerra es someter al enemigo sin luchar» (Sun Tzu).

Durante unas semanas pareció que eso era precisamente lo que iba a ocurrir. Sin embargo, las negociaciones celebradas en Turquía en marzo del 2022 tras sólo un mes de hostilidades (que apuntaban a un acuerdo inminente) fueron torpedeadas por EEUU e Inglaterra, que levantaron a Ucrania de la mesa. Así lo aseguró el ex primer ministro de Israel[20]y lo corroboró, como testigo de primera mano, el ministro de Asuntos Exteriores turco: «Tras la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN, la impresión es que (…) hay quienes, dentro de los Estados miembros de la OTAN, quieren que la guerra continúe: dejemos que la guerra continúe y que Rusia se debilite, dicen. No les importa mucho la situación en Ucrania»[21].

Como escribí en junio de 2023, «hasta entonces el conflicto apenas había causado muertos, pero, para algunos, debilitar a Rusia bien valía sacrificar un país pobre y lejano del que nadie se acordaría cuando todo hubiera acabado, aunque fuera a costa de acabar con la vida de centenares de miles de personas».

Occidente provocó la guerra y debe propiciar la paz

Aunque la lectura de estos acontecimientos admita matices y Rusia diste mucho de ser una víctima angelical, esta sucesión de hechos tiene un hilo conductor: el belicismo y arrogancia del Deep State norteamericano y, en segundo plano, la obsesiva rusofobia inglesa.

Pero lo que resulta indiscutible es que, como han denunciado muchos expertos[22], esta guerra ha sido «evitable, predecible e intencionadamente provocada» por Occidente, en palabras del último embajador de EEUU en la URSS[23], y deliberadamente alargada. El pueblo ucraniano siempre fue un daño colateral aceptable para el Deep State norteamericano, pues en el gran tablero de ajedrez en el que juegan los yonquis del poder la vida humana es tan prescindible como un peón adelantado. Pero el Deep State perdió las elecciones frente a Trump, y éste está tratando de detener una matanza inútil.

De hecho, los ucranianos pronto serán olvidados por los mismos medios de comunicación que los empujaron al desastre, y dentro de un año, quizá dos, ni un solo medio occidental volverá a hablar de ellos. ¿Qué les quedará cuando los focos se apaguen? Nada, salvo el recuerdo de los muertos.

 

¿DONDE ESTÁN LOS SEÑORES DEL “NO A LA GUERRA”

Pocas cosas, pueden ser más nobles para un ser humano, que querer la paz y rechazar la guerra y los conflictos armados.

Sin embargo, estamos viendo de manera lamentable e incomprensible para cualquier persona de bien, que una parte de los dirigentes de Europa, parecen haber perdido la cabeza y están dispuestos a endeudar más la ya de por si mermada economía europea, en una carrera armamentística sin precedentes.

Ahora, estos dirigentes, algunos como Macrón, Sánchez, Von Der Leyen, con unos índices de popularidad ridículos, quieren hacernos creer a los europeos, que Rusia, supone un gran peligro para Europa.

Así, nos quieren hacer creer que un país como Rusia, con un renta per cápita de 13.817 dólares USA, tiene capacidad de iniciar un gran conflicto en Europa, cuando por ejemplo la renta per capital de Alemania está en 54.343 dólares, o la de España en 33.509 datos de 2,023.

Resulta, que de repente, estos señores de  Bruselas, que ya nos engañaron durante la pandemia, que se están cargando la economía europea con sus medidas absurdas, han descubierto el gran peligro ruso.

Unos personajes que en tres años de guerra, no han hecho un sólo esfuerzo serio por la paz y por tener una interlocución seria con Rusia y buscar la paz a toda costa, para evitar muertes de jóvenes soldados, algunos casi niños.

Según el Wall Street Journal, se estiman en unos 280.000 combatientes, los fallecidos en el conflicto; 200.000 rusos y 80.000 ucranianos y unos 800.000 heridos en total por ambos bandos.

Ante esta carnicería, tenemos a unos personajes como Úrsula Von de Leyen, que dice que hay  movilizar, ochocientos mil millones de euros, que por cierto no tenemos, más endeudamiento, más impuestos, más miseria y más muerte.

Ya sabemos que Putín es muy malo, es por cierto, el mismo Putín al que hace cinco años elogiaban, con el que creaban empresas mixtas como GAZPROM que llegó a patrocinar la Champions  y gaseoductos como los Nord Stream uno y dos; el mismo Puntín, con el que algunos importantes políticos y reyes europeos iban a cazar osos.

¿Es peou Putin, que el líder chino Xi Jimping ?.

China, está a la cabeza de penas de muerte y desaparecidos, un país, donde no existen derechos humanos, donde se explota a los trabajadores con jornadas interminables  de trabajo, donde se persigue a la minoría Uigur, una persecución criminal y contraria a cualquier derecho humano.

Por lo tanto, algo se nos escapa de lo que pretenden está “casta” política europea, fabrica de pobreza y que están llevando a la democracia a la mínima expresión. 

Por cierto: ¿Dónde están las organizaciones pacifistas?. ¿Dónde están los señores del NO A LA GUERRA?

EL FENECER DE ESPAÑA

La cesión o delegación de las funciones de extranjería y control de fronteras e inmigración  a la Generalitat, es un un pago más del Gobierno de Sánchez a Junts, por estar unos meses más en la Moncloa.

En realidad, es un paso más en la desintegración del Estado, que poco a poco queda a un paso de que algunos territorios como Cataluña y el País Vasco, puedan proclamar su independencia.

El proyecto de ley que pretende aprobar el Psoe y Junts en el Congreso, es en realidad una traición al marco constitucional y un desprecio a la igualdad de los españoles ante la ley, al permitir prebendas no recogidas en la Constitución a Cataluña, a cambio de votos, es decir de la continuidad de Sánchez en el poder.

Son hechos de tal gravedad, que la oposición no puede seguir actuando como si en España tuviéramos una normalidad democrática.

Los partidos de la oposición, deben de abandonar las palabras y pasar a tomar decisiones de mayor calado, como por ejemplo dejar de acudir al Congreso, concentrarse en la entrada del mismo u otras acciones democráticas, para hacer saber a nivel internacional, las decisiones que es capaz de tomar el actual Gobierno por seguir un minuto más en el poder.

Si se prolonga  por mucho más tiempo, la actual situación política en España, no quedará España, quedarán una regiones sin conexión ni intereses mutuos, quedaran unos nacionalismos periféricos, que una vez que hayan extraído todo lo que quieren, proclamaran sin mayor problema su independencia.

Será el fenecer de España tal y como la conocemos y la sentimos, mientras, otros enriquecidos y bien situados no asumirán sus grave responsabilidad.

¿ES POSIBLE TENER EJERCITOS SI PATRIOTISMO?

La historia nos dice, que sin un mínimo de patriotismo, es imposible tener unos ejércitos solventes y con capacidad de disuasión.

Así, la caída del Imperio de Roma, vino en parte, porque sus legiones, empezaron a cansarse de “guerrear” y se dedicaron a una vida llena de lujos y vicios, lo que hizo que para mantener el imperio, se alistaran a hombres procedentes del norte de Europa, principalmente de la Germania, lo que acabo siendo una especie de “boomerang” al volverse después contra los intereses del propio Imperio.

A partir de la Revolución Francesa, surge la idea de “nación en armas”. Así, ya no es el rey responsable de la defensa del Estado, van a ser los órganos representativos, los que asumirán la responsabilidad de garantizar la defensa del Estado.

Maquiavelo en su obra “El Príncipe”, escarmentado por la figura del “condotiero”, el mercenario a sueldo, cree que debe de ser el patriotismo el motor de la defensa del Estado.

Con un Europa, que según recogen diferentes encuestas, la gran mayoría de la población, con índices que  llegan en algunos países a ser superiores a un setenta por ciento de la misma, dice no estar dispuesta a defender a su país en caso de guerra, todo intento de crear un ejercito europeo más parece un intento en vano.

La pretensión de destruir el sentimiento de patria, de nación, es un intento descabellado y peligroso de supuestas élites europeas en su propio beneficio, para someter a los pueblos y dejarles sin respuesta a los problemas de cada uno de ellos.

Más valdría, la creación de un sentimiento noble de patria, nación, pueblo, no excluyente, pero si dispuesto, a defender  tradiciones y valores formadas a través de la civilización cristiana a lo largo de lo siglos, todo lo demás, sólo conllevará lo que está sucediendo una Europa dirigida por unos pocos desde Bruselas, sin posibilidad de poder defender los intereses de cada nación y con el riesgo de en poco tiempo, ser sometidos por culturas foráneas muy distantes de la nuestras.

UNA ESPAÑA RIDÍCULA, CON UNOS POLÍTICOS RIDÍCULOS

Vivimos en un país ridículo, dirigido por un gobierno ridículo, con una oposición ridícula.

Con estos mimbres, casi nada puede salir bien.

La intención del Gobierno, de perdonar unos 17.000 de deuda a Cataluña, es un insulto a la decencia y algo que demuestra que estamos gobernados por personas sin palabra y cuyo único objetivo, es disfrutar del poder, aunque sea a costa de cometer todo tipo de injusticias y engaños.

Para aderezar, el asunto y sin respetar intelectualmente a los españoles, ofrece un caramelo “envenenado”, ofreciendo condonar un parte importante de sus respectivas deudas al resto de las Comunidades Autónomas. 

Quieren hacer creer, al españolito medio, que sólo se informa por los medios cercanos al poder que el Gobierno perdona deudas, como si no tuviéramos sentido común, para saber que la deuda no se perdona, en realidad, se apunta a la deuda del Estado, que en realidad es quién llegado el caso responde de todas las deudas de las Administraciones Públicas, ante los mercados internacionales.

Se cambia el “apunte” y la deuda pasa al Estado, todo, para que en un futuro Cataluña, más ligera de equipaje pueda independizarse o seguir gastando en Embajadas y en la televisión publica.  

Profundizando un poco más, se puede decir, que “compran” los votos independentistas con el sudor de los españolas para que el señor Sánchez y sus amigos continúen viajando en Falcón y malgastando el dinero a crédito en cosas inverosímiles.

 Mientras, la oposición, tanto el PP como Vox, discutiendo entre ellos y mirando hacía otro lado, en vez de organizar una respuesta democrática contundente y continua para parar tanto despropósito, que nos llevará a la ruina. 

Una parte cada vez mayor de los españoles, comienza a no sentirse mínimamente representado por ninguna fuerza política, lo que en realidad, indica el propio fin de un sistema de libertades.

Hacia ello vamos, si los españoles seguimos en el ridículo.

PUEDE SER LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD PARA LA CDU

Los electores alemanes han hablado a través de su voto y han castigado de manera muy dura las políticas implementadas hasta ahora, principalmente por socialdemócratas, verdes y liberales.

Para estos tres grupos las elecciones de ayer Domingo, han supuesto un severo castigo, de parte de una sociedad cansada de normas y leyes que han atenazado el desarrollo de Alemania en los últimos años.

Las políticas basadas en la Agenda 20-30, han fenecido en manos de la lógica y del sentido común.

La victoria de la CDU, es su última oportunidad para volver a las políticas sensatas y que sean en beneficio de los ciudadanos y aceptadas por estos.

El gran resultado con casi un 21 por ciento de los votos de Alternativa por Alemania, es un serio aviso, no sólo a los dirigentes de Alemania, sino a los de toda la UE, de que Europa no esta entendiendo y atendiendo las demandas ciudadanas.

Llama la atención, como los medios españoles, de casi todas las tendencias, en vez de analizar lo que piden una parte muy importante de los electores, ya piden un acuerdo con los socialdemócratas por parte de la CDU, es decir un acuerdo con los que han sufrido el peor resultado de su historia.

Si así sucede, las declaraciones del vicepresidente Vance en Munich, hubieran sido premonitorias y una muestra de que no se respeta la voluntad popular, lo que acabará implosionando.

Las demandas de los ciudadanos, sobre todo, cuando se basan en cuestiones evidentes, como ocurre en Alemania, debieran de ser la única agenda política de cualquier partido, lo que no parece ocurrir en esta Europa, que parece olvidar lo que debe de ser la democracia.

 

UNA GUERRA QUE SE DEBIERA HABER EVITADO

Erasmo de Rotterdam, dijo que “difícilmente habrá una paz tan injusta que no sea mejor que la guerra más justa”.

Europa, parece haber perdido el sentido común y sobre todo la decencia, cuando sin un plan, sin una negociación para acabar con la guerra de Ucrania, ahora de manera farisea, sus dirigentes hablan de una paz justa.

¿Quién califica, que una paz es justa?.

La misma Europa, que cebo hasta el extremo a Rusia, antes de su invasión con compras de gas y petróleo, la misma Rusia de los negocios con Europa de Gazprom, las misma Rusia de Putín a la que iban algunos estadistas europeos a caza osos.

Claro que Putin, es un personaje peligroso y sin escrúpulo, es el mismo de siempre, ex agente de la KGB, esta todo dicho.

Sin embargo, los dirigentes europeos, han dado la sensación de estar cómodos con la guerra, no presentado ni un sólo plan, para llegar a un acuerdo y mirando hacia otro lado cuando tanto Rusia y Ucrania, mandaban casi niños al frente.

Podríamos hablar también, de las negociaciones de Turquía al principio del conflicto y el acuerdo casi logrado y malogrado entre otros, por la penosa intervención de un personaje lamentable como Boris Johnson, ex primer Ministro del Reino Unido, pidiendo al Zelensky que no firmará el acuerdo con Rusia.

Por lo tanto, pocas lecciones de ética y de verdad pueden dar los dirigentes europeos ante un conflicto que se podría haber evitado.

Las declaraciones de Donald Trump, sobre Zelensky penosas, lamentables e injustas, no debieran de servir de telón de fondo para conocer de verdad que Europa, no tiene dirigentes con categoría moral para defender nuestros intereses y ahora el mundo ha cambiado y se encuentran con una partida de tres de personajes, que exclusivamente sólo piensan en los intereses de sus países y en los suyos propios.

Otra Europa es posible, pero para ello hay que recobrar los valores que un día tuvo.

EUROPA PREFIERE VIVIR EN SU MENTIRA

La fuerte crisis económica y política que vive Europa, es consecuencia de la profunda crisis de valores y de la pérdida de ideales por parte de una sociedad, que ha preferido vivir en la mentira y el engaño y que no tiene la valentía de enfrentarse a su realidad.

En las dos últimas décadas, los dirigentes políticos de la vieja Europa, en vez de abordar los problemas que iban surgiendo, se han dedicado a aplazar continuamente la toma de decisiones para su solución, mientras se realizaban legislaciones absurdas, que han ido ralentizando el desarrollo económico y social.

Las medidas derivadas de la aplicación de la llamada Agenda 20-30, así como el aumento de la burocracia y la disposición de centenares de normas, en gran parte innecesarias, han acabado colapsando el desarrollo y la iniciativa.

El caso más evidente, está en las graves decisiones tomadas sobre la fabricación de automóviles y la implantación del coche eléctrico, coartando la libertad y no tomando precaución de las graves consecuencias económicas y sociales.

Otro tanto, se puede decir del desarrollo del sector agroalimentario, permitiendo  la entrada de productos de terceros países sin control ni calidad, comparable con los producidos en Europa.

Lo mismo podemos decir, de la falta de capacidad para racionalizar la inmigración y permitir que la entrada de personas, sin control alguno, acabe siendo a medio plazo un problema de convivencia de consecuencias imprevisibles.

Europa, en definitiva prefiere vivir en su mentira y por ello aquellos que no lo aceptan son vilipendiados y casi perseguidos.

Esto cada vez se parece más al comportamiento de la orquesta del Titanic, que seguía tocando mientras la motonave se hundía.

LAS CONSECUENCIAS DE LA MANIPULACIÓN DEL LENGUAJE

Hay que reconocer, que la izquierda de nuestro país es experta a manipular el significado y el sentido de las palabras.

Un ejemplo claro es la continua utilización del calificativo de ultraderecha o incluso en algunos casos de “fascista” de todo aquello que no sea coincidente con sus intereses políticos  estratégicos.

Por poner un ejemplo: Si se defiende a la familia como núcleo fundamental de la sociedad, se corre el riesgo de ser considerado de ultraderecha.

Si se está en desacuerdo con la Agenda 20-30,se le puede considerar de ultraderecha.

Si se muestra incredulidad, sobre cualquier ley que promulga el Gobierno, se le puede considerar de ultraderecha.

Si se defiende la independencia del poder judicial, como algo fundamental, se le puede considerar de ultraderecha.

Si se atreve a discutir el alcance de algunas de las llamadas leyes de genero, se le puede considerar de ultraderecha.

Si se considera que la unidad de España, esta amenazada, se le pude considerar de ultraderecha.

Podíamos seguir con muchos más ejemplos, que demuestran como la manipulación del significado de las palabras, es un aspecto clave de la lucha ideológica para imponer un relato falso.

Lo peor de todo, es que una parte de la llamada derecha y muchos medios de comunicación afines, aceptan normalmente este relato exagerado y falso, lo que demuestra su vacío ideológico y de valores. Un desastre.