CANTABRIA Y SU DECLIVE INDUSTRIAL

Cantabria, vive en medio de cierto atolondramiento colectivo, propiciado por la autocomplacencia en nuestro paisaje y de nuestra calidad de vida, mientras el tejido industrial, se esta deshaciendo en medio de la desidia y la falta de ideas.

El sentimentalismo, los falsos mitos e incluso falsas banderas que nunca existieron, son como la droga blanda, que calma toda ilusión por mejorar, en muchos aspectos.

El ERTE de 204 trabajadores de la antigua Funditubo, PAM, es un “jarro de agua fría” más, de destrucción del tejido industrial de Cantabria.

No son 204 empleos los que pueden peligrar, si no se encuentra comprador, sino muchos más en el sector del transporte y la logística y empresas auxiliares.

Podemos dar un repaso a la situación de otras grandes empresas como Sniace, las incertidumbres sobre Solvay, sino se avanza en nuevos proyectos de transición energética, la situación de la antigua Candemat también en una profunda crisis, en concurso de acreedores, otro tanto con Fundionorte, antigua Greyco, también en práctica desaparición y así sucesivamente, el tejido industrial va desmoronándose en medio de la apatía general, de una sociedad envejecida y que puede quedar exclusivamente a merced del sector servicios, sobre todo el turismo.

Nuestra Administración Regional, no tiene recursos suficientes para hacer un ambicioso proyecto de reindustrialización, ni por el momento somos suficientemente competitivos, para traer nuevos proyectos que pueden suplir a otros que desaparecen.

Cantabria no es sólo folklore, paisajes, o gastronomía; Cantabria, también son nuestros jóvenes, que se tienen que ir a Madrid o a cualquier otra ciudad de Europa a trabajar; Cantabria, sobre todo y ante todo son las personas; es el futuro de una sociedad mejor y desde luego con sólo cantar “viento del norte”, que nos gusta no vivimos.

Menos nostalgia y menos simbología y más futuro.