Esta pandemia, esta dejando mucha muerte y por supuesto mucho dolor y frustración.
Son miles de personas las fallecidas, en un corto espacio de tiempo, en unas condiciones en la mayoría de los casos, muy difíciles debido a la soledad.
La carencia de duelo, del cariño de los familiares y amigos contribuye a que todo sea aún más duro y difícil de asimilar.
El consuelo de los capellanes, la compañía de creyentes, necesaria siempre, se hace aún más indispensable en la situación actual.
Pero me da la impresión que falta empatía y cariño por parte de la mayoría de las autoridades que a través de los medios hablan poco nada de los fallecidos y del consuelo a los familiares, casi siempre se habla de cifras de gráficos, de estadísticas, pero falta calor humano y humildad.
Las comparecencias del Gobierno con perdón, no aportan nada y lo que es peor dejan ver que se sigue jugando al “marketing” político, lo que pone aún peor las cosas.
El calor humano, el reconocimiento sincero de errores, la humildad ayudaría al menos algo a curar heridas.
Loa cristianos, aunque se nos haga muy difícil y la frustración y la rabia a veces nos pueda tentar, debemos ser símbolo de unión y de paz, curadores de heridas, porque es lo que nuestra fe nos dice y es lo que la sociedad necesita.
Es necesario canalizar la rabia, para evitar venganzas y situaciones que nadie debe desear, por mucha incompetencia y falta de cariño que tengamos que soportar. El amor y el perdón, debe anteponerse a todo.
El Señor, autentico Juez justo, pedirá a cada uno cuentas de sus actos.