Días pasados, tuve la oportunidad de ver en uno de los programas informativos más vistos de la BBC, un largo reportaje sobre Venezuela, que me causo escalofríos.
Con testimonios grabados, por cierto muy valientes, se pudo ver el trueque de alimentos en pequeñas tiendas apenas sin surtido, la situación de deterioro de las viviendas y de las infraestructuras , la desesperanza de la genta en la calle, sentada sin hacer nada, las “colas” ante las gasolineras en uno de los países con más reservas petrolíferas en el subsuelo, en definitiva, vi las caras de tristeza y desesperanza de un pueblo maniatado por un gobierno de corruptos y de ignorantes y creo que soy benévolo en el calificativo.
El reportaje de una media hora, incluso un poco más, fue como un acta notarial de lo que es el comunismo bolivariano y a donde lleva la falta de libertades.
La situación deprimente, me lo había contado un amigo, que conoce la situación, pero verlo produce mayor crudeza.
Pensaba, mientras veía el reportaje que no es casualidad, que los españoles no podamos ver un reportaje tan claro y tan definitivo sobre la situación de Venezuela; también pensaba, que parece increíble la maldad que puede desarrollar el ser humano y el dolor que produce que haya políticos que defiendan tales regímenes, incluso que sean capaces de ver algo bueno en ellos.
Durante el régimen de Franco, algunos sintonizaban la BBC en onda corta a las dos de la tarde o por la noche o Radio France desde Paris en español, para conocer noticias sin censura. Si seguimos al paso actual en España, repetiremos la historia.
El comunismo es incompatible con la libertad y la justicia; es una ideología del mal, sólo que con mucha publicidad.