En España, tenemos dos graves pandemias, por un lado la del coronavirus, que nos ha dejado muerte y mucho dolor y otra que venimos padeciendo desde hace tiempo y que cada vez causa más daño irreparable a la sociedad en su conjunto; aparentemente no parece muy peligrosa, pero acaba destrozando la convivencia y el sentido de la lógica. Me refiero a la mentira permanente. La mentira, esta en toda la sociedad, pero ha anidado de forma escandalosa en la vida política, llegando a niveles grotescos.
Nos tratan de hacer ver que lo blanco es negro, que lo amarillo es azul y así se “maquilla” todo, hasta las propias cuentas como acabamos de ver en Bruselas o nos dice el propio Tribunal de Cuentas, es verdad que todavía no llega a niveles de Grecia, pero estamos a tiempo para darnos cuenta de que se miente en casi todo.
Otro tanto, sucede con la mayoría de los asuntos de lo publico, tratando a los ciudadanos como si fuéramos indigentes intelectuales.
Po ello, a este Gobierno no le interesa una enseñanza solvente y potente, porque contra más conocimiento se tenga, más libre es el individuo y ya sabemos que a personajes mediocres, no les guste que el resto sea de libre pensamiento.
Aquí sólo hay una única solución: la reacción por supuesto pacifica, ordenada y fuerte de la sociedad civil en defensa de la verdad y de los derechos individuales.
La mentira, venga de donde venga hay que rechazarla porque es una forma de sometimiento.