La falta de valores transcendentes, el egoísmo humano, la injusticia, la falta de respeto al diferente; están entre otras causas, junto con la mentira entre los males que acechan esta sociedad que se “tambalea” y se resiente en diferentes partes del mundo.
La violencia, por lo general viene motivada por distintos pecados del ser humano, como hemos podido conocer a través de la historia y en definitiva por la negación del bien.
Cuando los seres humanos, sólo miramos hacia lo material y no tenemos una estructura mental de valores, procedemos de manera animal, sin ningún tipo de freno y de cortapisa.
En realidad, en estas circunstancias se pone al máximo el instinto más primario del hombre y la mujer, que junto al relativismo, es una de las causas más importantes de generación de violencia en diferentes versiones, tanto física como verbal.
El relativismo al que me refiero, anida en todo ser, pero en la actualidad aún es mas preponderante por una falta de valores religiosos y éticos que al menos lo frenen y lo reconduzcan.
Así, la sociedad actual, en este estadio de cosas, sólo actúa por interés propio y se olvida de la justicia y de la verdad, adaptando la razón a su propio y único interés, sin darse cuenta del daño que puede generar.
La fe cristiana como tal, nos ayuda a la hora de discernir esta situación, aún dentro de nuestras carencias humanas, diríamos, que es el mejor andamiaje a la hora de detectar el bien y el mal en nuestro caminar diario.
Si esta sociedad, no recupera valores, nuestro futuro estará seriamente amenazado por las disputas, las guerra y la injusticia.