¿ SANITARÍSMO CARCELÁRIO ?

Parece una decisión muy correcta y desde luego de una persona que vela por los intereses de los ciudadanos de forma escrupulosa, sobre todo por la libertad la decisión tomada por un Juez en Aranda de Duero, limitando el confinamiento de la población a una semana y no a quince días como le pedían las autoridades de la Junta de Castilla y León.

Una vez transcurran los siete días volverá a decidir.

Confinar a unas personas, por que un PCR de positivo es un tanto arriesgado, porque la puebla del PCR no es una diagnostico clínico y además puede dar positivo por otro tipo de carga viral que no es el virus que nos ocupa, según importantes especialistas.

Jugar con la libertad de las personas, es algo muy serio y algo que en occidente se ha cuidado mucho, pero que debido a la globalización, pero sobre todo a intereses poco claros se esta poniendo en cuestión, lo que sería el fin de la democracia.

Los medios de comunicación de Cantabria, recogían día pasados, el fallecimiento por covid-19 de una señora de ochenta y nueve años de edad, con otros padecimientos, el primer caso, después de cincuenta días.

Esto demuestra, por un lado, el gran avance en los tratamientos, pero también demuestra que existe un alarmismo excesivo cuando se habla de personas con PCR positivos, lo que crea confusión y da una sensación de mucha mayor gravedad.

Por lo tanto ojo con jugar con la libertad, de forma poco justificada o alarmista.

Los jueces debieran de estar atentos y poner mesura y equilibrio.

¿Cómo puede obligarse a confinar a una persona o grupo por una única prueba PCR ?

Si el PCR da falsos positivos y no es un aprueba clínica, porque se la da total validez.

En modo alguno, debemos quitar gravedad a esta enfermedad, pero si debemos transmitir esperanza y mesura, tanto en el avance de los tratamientos, como en el conocimiento del virus.

El miedo insertado en la sociedad, hace mucho daño, no sólo económicamente, sino psíquicamente y en el capitulo de libertades y derechos.

No hay una única opinión. En un estado democrático, no tiene porque no cuestionarse las opiniones.