España, esta viviendo una crisis institucional, social, política y económica no conocida en los últimos cuarenta años.
El edificio Constitucional, se agrieta merced a la gestión de un Gobierno con pocos apoyos y que gobierna con minorías radicales, que en algunos de los casos quieren la destrucción del Estado y del propio sistema democrático.
Para más “inri”, tenemos la peor clase política de los últimos años y una gran parte de los medios de comunicación que en vez de denunciar la situación, ocultan o la disculpan.
Se trata de desmontar todo el sistema, para perpetuarse en el poder, rompiendo las costuras que unen territorios y voluntades, creando gastos improductivos, imposibles de sostener a medio plazo y que nos llevan al empobrecimiento general y a la destrucción de las clases medias.
Vivimos una situación de alarma, con gobernantes sin apenas capacidad de gestión, pero muy radicalizados en algunos casos y con algún miembro que tiene fuertes lazos con países como Venezuela, Cuba o Irán.
El nombramiento en su día de una Fiscal General del Estado, que días antes había sido Ministra del propio Gobierno y que además apareció en grabaciones del caso Villarejo, con manifestaciones que en cualquier país serio le hubieran impedido ocupar cargo público alguno de cierta responsabilidad, por mero decoro.
El intento de aprobar un ley con “tintes” antidemocráticos con la llamada ley de Memoria Democrática, que coarta pensamiento e impone una forma de sentir, es otro despropósito más en el intento de ruptura del espíritu de la transición.
Las libertades pueden llegar a estar en riesgo a medio plazo, se hace necesario protestar ante la Comisión Europea e informar de todo lo que se pretende, para que se conozca en los países democráticos las posibles derivas de tendencia totalitaria.
No podemos callar, ni mirar hacia otro lado, es la hora de proteger la concordia e impedir todo tipo de coacción a la opinión pública. La libertad y la Patria están en juego.