Los ciudadanos debemos de fiarnos de lo que dicen las autoridades, sin embargo en España y en el mundo en general, la confianza se ha roto y los ciudadanos ya cuestionamos casi todo.
La mentira, las medias verdades, los intereses económicos y políticos han contaminado la verdad y ha creado un manto de duda permanente.
Por tierra, mar y aire, nos están diciendo que las vacunas contra el COVID-19 son seguras, en una situación normal nadie lo cuestionaría, sin embargo al mismo tiempo, vemos como se apartan vacunas, se suspenden su imposición y se conocen casos que no guardan una relación con la seguridad.
Por otro lado, las propias empresas farmacéuticas, al no hacerse responsables de su resultado están abriendo más dudas.
Es decir, convierten en un acto de fe el acto de vacunarse, lo que por supuesto no es bueno y contribuye a todo lo contrario.
Cuando no hay claridad, cuando no se habla a la sociedad de manera transparente, sucede que pronto entran las dudas y la credibilidad necesaria “salta por los aires”.
En realidad, ocurre un fenómeno claro, la mentira, acaba creando una situación de crisis indirecta, porque llega a un punto en que todo se cuestiona.