La pandemia COVID-19 ha tenido un agente externo, que ha sido casi más peligroso que el propio virus: el pánico generado por casi todos los medios de comunicación.
Miedo, medias verdades y mentiras y poca información científica contrastada y muchos intereses de todo tipo por medio.
Después de dispararse las muertes en residencias y en domicilios de los meses de febrero, marzo y parte de abril, con un desconocimiento casi total de la enfermedad, falta de tratamientos y también desatención médica, se ha producido un relato posterior basado en la mentira, posiblemente para tapar todo el desastre anterior.
Miedo, más miedo, pánico y mucha intoxicación para llevar a la población a un estado mental de casi “paranoia”, en vez de buscar serenidad, científicos serios, debates claros sin mentiras ni intereses.
Nadie debe dudar de la existencia de una enfermedad llamada COVID-19, pero nadie debe de dudar tampoco de que se ha mentido, se ha exagerado hasta límites extremos por intereses desconocidos.
El silencio en las redes a todo aquel que osara llevar la contraria, el insulto cruel llamando “negacionísta” a quien pusiera en duda cualquier circunstancia, ha llevado a “locura” a una parte de la sociedad.
El uso de la mascarilla en la calle, es un claro ejemplo del miedo generado cuando hay estudios que demuestran que en los espacios libres tal mascarilla no ha tenido ningún sentido, incluso puede ser perjudicial.
Aumento extraordinario del número de suicidios, quiebras empresariales, desesperanza ante unos dirigentes mundiales llenos de intereses, una OMS dirigida por un presidente con un historial tremendo en su país Etiopia.
Todo oscuridad, mentira y desinformación, que ha resultado casi peor que el propio virus, y todo ello con una tasa de supervivencia del COVID del 99,8301 por ciento y de la muertes el 95 por ciento con edades superiores a los 65 años, el 63 por ciento de los fallecimientos personas de 80 años o más.
Se ha aprovechado esta enfermedad para otro tipo de cosas y ello tendrá consecuencias, al tiempo, espero que pronto sepamos todas la verdad, aunque será difícil superar la barrera de unos medios de comunicación, que parecen tomados por la estupidez humana.