El tráfico de órganos para trasplantes en China, parece ser según declaraciones de exiliados de aquella nacionalidad, uno de los muchos actos de carácter criminal del gobierno comunista chino, y por los cuales occidente no puede seguir mirando hacia otro lado.
Según estas referencia, se utiliza órganos de personas detenidas por diferentes motivos para traficar y conseguir grandes sumas de dinero. Supuestamente minorías cristianas y de otras religiones o Uigures, son sometidas a operaciones con extracción de órganos vitales para su tráfico.
No es de recibo que los países defensores de los derecho humanos no condicionen sus relaciones comerciales con China al respeto de los más mínimos derechos humanos y por ejemplo por la mera defensa de que la familia tenga derecho a la educación de sus hijos en materia sexual, se quiere estigmatizar a los gobierno de Hungría o Polonia.
Es de un cinismo extremos mirar hacia otro lado y no investigar este asunto, para conocer la verdad y valorar el alcance de estas denuncias de exiliados chinos.
China, es un riesgo para sus países vecinos, pero es un riesgo para el mundo, pues no se somete a ninguna normal internacional que no les interese.
La señora Úrsula von der Leyen, que se pone muy pulcra exigiendo supuesto derechos a Hungría y Polonia, no dice una sola palabra sobre lo realmente grave e importante, lo que demuestra su cobardía.