“EL BOTELLÓN”

Lo que voy a contar, es la vida misma en la actualidad y es la demostración patente de una parte significativa, creo que felizmente no mayoritaria, de nuestros jóvenes.

Sábado 24 de Julio, cinco y cuarto de la tarde, en la puerta de unos conocidos supermercados, se concentran unos quince o veinte chicos y chicas, que oscilan entre los catorce y dieciséis años, no creo que ninguno tenga la mayoría de edad todavía, están esperando a que otros jóvenes salgan con grandes botellas de refrescos, mientras, veo que uno guarda entres sus pantalones cortos y su camiseta de verano, una botella que no era de refresco, podría ser de ginebra o de otro tipo de alcohol.

Es evidente, que van a buscar algún lugar apartado y tranquilo para hacer lo que se llama ahora “botellón”.

Me pregunto si esta sociedad, en la que tanto se proclaman derechos, algunos hasta límites de los absurdo, no puede ofrecer otra cosa a estos jóvenes.

Me pregunto, si los padres miran hacia otro lado, no lo saben, no lo quieren saber o la familia está tan desestructurada ya, que no hay control posible.

No culpo a los jóvenes, todos hemos sido jóvenes, son los menos responsables de todo ello, culpo a aquellos que se han dedicado durante años y años a propiciar la desestructuración social, culpo a los medios de comunicación sembradores en términos generales de malos ejemplos, culpo a los que han propiciado la falta de disciplina y esfuerzo en los Centros escolares y Universidades y por supuesto también me culpo yo, por el mero hecho de pertenecer a esta sociedad que cada vez se parece más a un boxeador “sonado”, después de un combate perdido.

Culpo con todas mis fuerzas, a esta clase política que prohíbe que se vendan bebidas a partir de las ocho de la tarde, porque parece ser que los jóvenes son contagiádores de COVID-19 en potencia, cuando estas mismas autoridades han propiciado con sus leyes la desestructuración familiar y el fracaso escolar y luego piden a los jóvenes, que no hagan botellón cuando llevan una década mirando hacia otro lado y legislando normas para aparentar que hacen algo.

Estamos recogiendo el fruto de lo sembrado y así hoy tenemos una sociedad incapaz del esfuerzo, muy manipulable y poco adulta; todo un logro del que debiéramos reflexionar y tratar de paliar, algo, que parece poco menos que imposible con estos gobernantes.