Decía Walter Lippman, intelectual norteamericano y filósofo, en su trabajo de 1.922 “Opinión Pública”, que las masas en las sociedades democráticas, se comportan como “un rebaño desconcertado”, que necesit a ser guiado.
Así se comporta ahora, una parte importante de la población a la que por supuesto no culpabilizo, respecto a la pandemia del COVID-19.
Miedo, desinformación casi criminal, ocultación de opiniones diferentes y mentiras, son el soporte de una gran parte de la clase dirigente y poderes fácticos de medio mundo.
Es muy curioso, como a pesar de que por activa y pasiva, una persona medianamente informada debiera saber, que la carga viral de un vacunado es igual y en algunos casos hasta mayor que la de un no vacunado, se sienten protegidos por un papel, mal llamado pasaporte, una especie de salvo conducto que parece da la sensación de estar más protegido, cosa que repito, como diferentes y prestigiosos especialistas reconocen, es falsa.
Lo importante no es la verdad sino el “pensamiento mágico” que de forma irresponsable diferentes medios, de forma lamentable, han ido insuflando en la propia sociedad a través de una “martilleo” más propio de la propaganda más burda de cualquier dictadura.
No contentos con dividir y en vez de buscar la verdad sin prejuicios, que es lo que debiera importar y no el tener o no razón; ahora, se dedican a dividir mediante una estigmatización de aquellos que no entran por sus postulados, en un acto que debiera dar repugnancia a cualquier persona de bien, porque por un lado, hablan de voluntariedad de las llamadas vacunas y por otro no quieren hacerse responsables con todas las consecuencias de las mismas; cuentan para ello con la experiencia, de que a los seres humanos, nos gusta sentirnos del grupo y no ser rechazados y por ello en una “huida hacia delante” siguen en un proceso en el que ocultan o no informan debidamente, los miles de casos en el mundo de pericarditis, trombos, muertes repentinas, incluso una lista que supera el centenar de deportistas, aspectos denunciados por cada vez mayor número de especialista , pero que no se dan a conocer de forma clara y por todos los medios para no “cargarse” el relato, lo que evidentemente y si finalmente desgraciadamente, se confirmará como parece, sería un acto criminal.
Menos mal que poco a poco cada vez más personas, sospechan de que no se está contando la verdad y que por otro lado nos quedan grandes e inteligentes creadores que piensan y quieren hacer pensar de forma indirecta sobre esta pandemia, me refiero al extraordinario spot de Campofrío, que gran trabajo lleno de sentido común y humanidad, gracias y felicidades.