“APARTHEID”

Los personajes famosos o políticos, debieran ser cuidadosos en no dividir a la sociedad, pues a toda ella se deben, de lo contrario y cuando realicen declaraciones despectivas, basadas en sus propias posiciones, sin respeto absoluto a otras opiniones, ni siquiera a la verdad, están jugado con fuego.

La opción de vacunarse contra Covid-19, es una opción libre, así recomendada por diferentes organismos como el propio Consejo de Europa, cuya declaración debiera de ser de obligada lectura para cualquier persona mínimamente formada.

Lo contrario, es decir la presión y la emisión de carga de responsabilidad sobre grupo alguno, sólo sirve a intereses “bastardos” de desunir a la sociedad, dividirla y crisparla, utilizando la desgracia de una pandemia.

A este tipo de personas, habría que exigirles utilizando la ley su inmediata rectificación, antes que la cosa se complique.

Habría que recordar a estos personajes, que no miden sus palabras ni las consecuencias de las mismas, lo que sucedió en Alemania la llamada noche de los “cristales rotos”, un estallido de violencia contra los judíos, fruto de la propaganda nazi que venia meses y meses, atacando comercios regentados por judíos y también incendiando sinagogas, aunque el chispazo final, fuera el asesinato en Paris, de un funcionario del Gobierno de Alemania.

No es que sean comparables las circunstancias actuales, pero cuando se divide a las personas, se les marca por sus ideas, genero, religión o tendencia se corre el riesgo de incidentes de mucha gravedad, como la historia nos muestra.

Por lo tanto, habrá que empezar a pedir responsabilidades a estos personajes minoritarios afortunadamente, que aprovechando su posición o fama hacen declaraciones sesgadas o fomentan el “apartheid”, denigrando decisiones personales que acertadas o equivocadas son absolutamente legales.

Los delitos de odio, están tipificados en nuestro Código Penal y en caso de que no se respete la dignidad de las personas, no quedará más remedio a los ciudadanos afectados, que pedir la protección de la justicia, aunque está siempre deba ser la última opción. Con respeto a las personas, nos entendemos todos mucho mejor.          

LA LIBERTAD EN SERIO PELIGRO

La libertad, tal y como la hemos conocido en occidente, está en serio riesgo y por lo tanto también están en riesgo, nuestros derechos básicos como seres humanos.

El fenómeno de la globalización, ha dado la oportunidad a los más fuertes, (unos pocos) a controlar todo: la economía, los derechos, los valores y con la inteligencia artificial aspiran a darnos el “tiro de gracia” de nuestro ser como individuos.

Par ello, utilizan a una parte de la clase política, atrapada en sus deseos de poder y sin valor alguno como “tontos útiles” y por otro lado, a una parte importante de los grandes medios de comunicación que parecen escribir al dictado de los intereses de este poder, olvidándose de las necesidades de la población, de su pluralidad y de sus derechos.

Se está llegando a unos extremos tan peligrosos, como hemos visto en España, pero también en otros países como Francia y Alemania, que se trata de justificar el incumplimiento de leyes y normas hasta ahora nunca discutidas por su importancia.

Es decir, claramente se piden medidas ilegales por parte de diferentes medios de comunicación y lo que es más grave aún, impidiendo al mismo tiempo, una información plural que facilite los debates abiertos.

Por otro lado, es esta labor tóxica y extremadamente peligrosa, se “sataniza” todo opinión en el campo que sea contraria a los interés de estos grandes grupos.

Sin libertad no hay democracia, aunque es verdad que la experiencia de la historia nos dice que este tipo de actuaciones no salen “gratis” para los que la realizan y acaban feneciendo.

Es urgente, y de vital importancia, alertar a la sociedad que la libertad no nos viene regalada y hay que lucharla y preservarla, sobre todo cuando enfrente se tiene por lo general una clase política huérfana de escrúpulos y de inteligencia.

“CAZA DE BRUJAS”

Uno de los intelectuales y personas más preparadas en diferentes campos de este país, Fernando del Pino Calvo-Sotelo, ha escrito un brillante artículo, titulado “Caza de brujas” en el diario EXPANSIÓN, que por su interés y por su documentación, debiera ser difundido al máximo entre la población.

En la Europa Central de los siglos XV a XVII la histeria colectiva llevó a las masas a linchar y quemar vivas a decenas de miles de mujeres acusadas falsamente de causar malas cosechas y epidemias. Pues bien, en la histeria colectiva del s. XXI algunos quieren arrastrar a las masas a linchar a los no vacunados de covid bajo la misma acusación falsa de causar epidemias, una ciega persecución de una minoría inocente (azuzada por políticos sin escrúpulos y periodistas ignorantes) que comienza a bordear el concepto de delito de odio, puesto que “públicamente fomenta, promueve o incita directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia contra un grupo”. ¿Propondrán pronto que los no vacunados se cosan una estrella de David en la solapa antes de encerrarlos en guetos e internar a los más recalcitrantes en campos de concentración?

Entre el escaso 9% de mayores de 12 que no se ha vacunado habrá quien por no pertenecer a la población de riesgo (ellos o sus hijos) piense que es más arriesgado vacunarse que pasar el covid. También habrá quienes lo han pasado y saben que su inmunización natural es de muchísima mayor duración y eficacia que la de las vacunas, que no les aportan beneficio alguno y sí ciertos riesgos. Estos razonamientos son científicamente impecables. Como publicaban este verano el Dr. Ladapo, profesor de Medicina en la Universidad de California, y el Dr. Risch, profesor de Epidemiología en la Universidad de Yale, “los riesgos de la vacuna Covid-19 pueden superar los beneficios para ciertas poblaciones de bajo riesgo y también en las personas que se han recuperado de Covid-19 (…), puesto que, aunque nunca se sabría al escuchar a los funcionarios de salud pública, ni un solo estudio ha demostrado que los pacientes con una infección previa se beneficien de la vacunación contra el Covid-19”[1]. Por último, habrá quien no se haya vacunado por estar a la espera de vacunas futuras más eficaces y menos peligrosas, por vivir aislado y pensar que la probabilidad de contagiarse es remota o por paranoia.

Si lo he entendido bien, los talibanes cazadores de brujas creen que las vacunas no les protegen y quieren obligar a todos a vacunarse con esas mismas vacunas que no protegen porque mágicamente cuando todos estemos vacunados las vacunas protegerán. Afirman que ellos se vacunaron “por responsabilidad”. No lo creo: si evitamos hipocresías innecesarias, la inmensa mayoría se ha vacunado por miedo por su propia salud, por conveniencia (por ejemplo, para poder viajar) o por presión social. Pero descubramos hasta qué punto estamos ante creencias supersticiosas, pues los no vacunados no ponen en peligro a nadie. En primer lugar, las vacunas y terapias genéticas covid no previenen ni la infección ni la transmisión. En efecto, su rigidez y estrechez de respuesta ha hecho que su eficacia decayera rápidamente, como han destacado numerosos estudios[2]. A finales de octubre, The Lancet Infectious Diseases publicaba que “desafortunadamente, la eficacia de las vacunas en reducir la transmisión es mínima en el contexto de la variante delta”[3], y otro macro estudio aún más reciente realizado en Suecia y publicado como pre-print en The Lancet[4], va más allá afirmando que la eficacia de las vacunas de Pfizer y Astrazeneca (85% de las dosis administradas en España) ha caído tan rápidamente que “no tienen ninguna eficacia” para evitar la infección de covid transcurridos siete y cuatro meses, respectivamente, desde su inoculación. Déjenme reiterarlo para sacudimiento de mentecatos: “ninguna eficacia”. De ahí que el orwelliano pasaporte covid sea epidemiológicamente inútil e incluso un peligro para la salud pública, por su falsa sensación de seguridad. En cuanto a la protección frente a hospitalización, gravedad y muerte, el estudio concluye que la eficacia de las vacunas es un “indetectable” 42% seis meses después de vacunarse. Así, aunque sea prematuro establecer conclusiones, según los primeros datos oficiales del Ministerio de Sanidad, y contrariamente a la consigna repetida por políticos y periodistas, dos de cada tres hospitalizados por covid en España, más de la mitad de los ingresados en UCI y ocho de cada diez fallecidos por covid son personas perfectamente vacunadas[5]. Como hay muchos más vacunados que no vacunados, en términos relativos los mismos datos muestran que la letalidad (CFR) en vacunados mayores de 60 sería del 1,7% frente al 2,8% en no vacunados.

En segundo lugar, si el virus se contagia y transmite con toda tranquilidad a través de los vacunados, carece de sentido acusar a las personas no vacunadas (de aquí o de África) de ser incubadoras de nuevas variantes. Al inicio de la epidemia expertos como el epidemiólogo de la Universidad de Yale Dr. Grubaugh y otros colegas intentaron atajar el sensacionalismo mediático respecto a mutaciones apocalípticas: “No deberíamos preocuparnos cuando un virus muta durante una epidemia, pues las mutaciones son una parte natural del ciclo de vida de un virus y raramente impactan dramáticamente en una epidemia, así que el espectro de un virus súper asesino es completamente infundado”[6]. La esperanza de erradicar un coronavirus diseminado por todo el mundo es ilusoria: con toda probabilidad, el coronavirus será una enfermedad endémica y leve[7], pues no conviene olvidar que en los últimos 200 años sólo hemos podido erradicar del planeta la viruela. En realidad, la barrera de protección realmente eficaz contra la epidemia son las personas que han pasado el covid, escandalosamente ignoradas por bastardos intereses económicos y políticos.

Desgraciada pero previsiblemente, las vacunas no sólo han resultado ser mucho menos eficaces de lo que nos prometieron, sino también mucho menos seguras. Sus efectos adversos, extrañamente censurados por la omertá, muestran inequívocamente que su peligrosidad es inusualmente alta. Según la base de datos VAERS (gestionada por el CDC norteamericano), en EEUU han muerto tras vacunarse más de 10.000 personas y 11.000 han quedado con discapacidad permanente. Para ponerlo en contexto, en nueve meses de vacunas covid ha muerto tras vacunarse el mismo número de personas que la suma de fallecidos tras vacunarse con todo tipo de vacunas en los últimos 30 años[8].

El programa de vacunación debería haberse detenido por prudencia una vez cubierta la población de riesgo dejando abierta la posibilidad para los demás mediante un consentimiento informado sobre sus beneficios y riesgos (muy distintos según edad y estado de salud) obviando a quienes hubieran superado la enfermedad, que han consumido dosis y un tiempo precioso sin beneficio epidemiológico alguno. Asimismo, debería haberse explicado con transparencia a la población las limitaciones de las vacunas y centrarse en reducir el número de muertes y no el de contagios, siendo una enfermedad que cursa leve para la inmensa mayoría de la población. Sin embargo, por razones políticas y por un desmedido afán de lucro, sobre la incalificable campaña de terror mediática se construyó una pirámide de mentiras y se crearon falsas expectativas y, ahora, en vez de culpar al fiasco vacunal, se culpa a variantes de chichinabo (¡qué buena coartada!) o a los pocos no vacunados. Está claro que no querían la inmunidad de rebaño. Querían el rebaño, y a fe mía que lo han conseguido: ante tanto engaño y atropello, en España no se oyen protestas sino balidos. Y para más inri, el Tribunal Supremo se contradice sin pudor al avalar la dictadura del absurdo con ese paripé llamado pasaporte covid, contribuyendo a la injusta estigmatización de una minoría y fomentando la histeria supersticiosa. Lamentable.

“PROFANAN” EL BUEN NOMBRE DE DON MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Si don Marcelino Menéndez Pelayo saliera de su tumba y viera como la Universidad que lleva su nombre, ha organizado el pasado mes, un curso, en colaboración con la Fundación de Investigaciones Marxistas, pediría que retirara su nombre de la Universidad y del susto volvería a su tumba.

Es un insulto al bien, que una ideología del mal como han demostrado en la práctica ser las teorías marxistas, utilice una Universidad que sufragamos con nuestros impuestos para analizar algo que no necesita análisis.

El titulo de la conferencia “El hilo rojo de la paz entre España y América Latina, huele a “neftalina” que apesta y me supongo que dada la presencia del que ha sido hasta el momento el peor Presidente del Gobierno, con permiso del señor Sánchez, habrá sido un alegato de lo bien que se vive en Cuba y en Venezuela, sus libertades y su respeto a los derechos humanos.

Es verdad que viven muy bien los comunistas de salón, de las élites, que actúan en realidad como súper capitalistas, mientras que el resto del pueblo pasa hambre y necesidad y tiene que dejar su país.

Que manera de “profanar” el nombre de don Marcelino que siempre trato defender las ideas de la decencia y el bien para nuestra nación.

Al nuevo rector, el señor Andradas, habrá que decirle que no se equivoque, porque igual tiene que tomar las de “Villadiego” si cree que la UIMP puede ser plataforma política para “blanquear” ideologías del mal.  

SOCIEDAD “LANAR”

Resulta que ustedes, habrán escuchado mañana, tarde noche, sobre la variante del coronavirus Omicron, al ver la sobreactuación de gran parte de los países, parece estaríamos ante una variante peligrosísima, pero parece que no es así.

De repente, se han activado la propaganda intensiva de los gobiernos con la especial colaboración de gran parte de los medios de comunicación.

En Botswana, parece ser de donde procede la variante en cuestión, un país del sur de África, han informado de que posiblemente dos personas murieran a causa de la variante. Sin embargo, esta sociedad absurda y “lanar”, olvida que ese mismo día fallecieron en Botswana a causa de la malaria, del sida, de la diarrea, de los accidentes domésticos muchas más personas, pero sólo importa lo que quieren unos pocos poderosos.

Se crea, como decía en un reciente articulo el famoso periodista norteamericano, Tucker Carlson, uno de los personajes más influyentes mediáticamente, una especie de terror existencial que sentimos todos al saber que Omicron existe y ello como dice el citado periodista, permite tapar las decisiones imprudentes en materia económica tomadas por la Reserva Federal, con el gran endeudamiento en el resto del mundo.

“Más madera”, perdón, más negocio más mentiras, más miedo, más control y más gente arruinada, mientras otros mienten o callan. Un desastre total de humanidad.          

EL PREMIO NOBEL MANTAGNIER TIEN RAZÓN

El Premio Nobel Luc Montangnier, dijo hace nueve meses aproximadamente, que era un gravísimo error vacunar a toda la población contra el COVID-19, debido a que a más vacunación más variantes. El tiempo le da la razón, pero obviamente no se la dan, los que se han equivocado de forma muy grave y han llevado a la humanidad a un desastre sanitario, económico y social, posiblemente por el único interés de enriquecerse.

Si el funcionamiento de la vacuna fuera el esperado, nadie presionaría a nadie, por si sólo la verdad y el sentido común evitaría cualquier disidencia, sin embargo, no se ha dicho toda la verdad sobre las vacunas; bueno, algunos si lo han dicho desde el principio pero han sido difamados, desprestigiados, a pesar de tener trayectoria brillantes e incluso Premios Nobel.

La verdad acabará sabiéndose, y la verdad, es un problema para los que han querido presionar mentir difamar sin debatir y buscar la verdad, que es a la postre lo que interesa y no el tener o no razón.

La gravedad de la enfermedad afortunadamente cada vez es menor y cada vez se conocen mejores tratamientos, por lo que no es entendible la “ola” de pánico que crean una parte importante de los medios de comunicación, a lo que habrá de pedir cuentas por su falta de pluralidad, por tapar cualquier disidencia asemejándose su conducta a la de una dictadura como la China, en la que no se puede disentir, a algunos, tengo la impresión les va a falta tiempo suficiente para pedir perdón por el daño hecho, con ello sería suficiente porque sería un acto de nobleza, pero como de lo que se trata de es tener y no de buscar la verdad, intentaran seguir como grandes comunicadores, todo una pena para esta sociedad tan desorientada.

Les transmito, lo que me ha dicho un científico de alto nivel, con experiencia y curriculum extraordinario y cientos de trabajos publicados: esto acabará cuando la sociedad reaccione por si sola, porque hay muchos que se llaman científicos que están viviendo su momento de gloria, sumidos en grandes intereses, mientras otros muy serios y sin conflictos de intereses son despreciados o callan por miedo a represalias, así me lo cuenta, les doy fe de ello, una persona con trayectoria real y no mediática. Se lo prometo.