El Premio Nobel de Física 1973, Iván Giaever, ha declarado recientemente, al parecer, lo había manifestado anteriormente, que el llamado calentamiento global, se está convirtiendo en una religión.
Son numerosos, los científicos independientes y de gran prestigio los que han dicho que el cambio del clima es algo permanente desde la misma creación de la tierra.
La tierra, a los largo de miles de años, ha sufrido continuas evoluciones y cambios en las temperaturas, por lo que dicha evolución es totalmente independiente a la acción del hombre.
No es que el velar por el medio ambiente sea absurdo, en absoluto, pero si es obvio que la acción del ser humano tiene una incidencia mínima o casi imperceptible, por ello supeditar la vida de las personas, frenar el desarrollo, empobrecer países y regiones en base a un calentamiento global propiciado por la acción humana es un despropósito, que obedece a intereses económicos y de control social y a intentos de instalar el temor permanente en la sociedad.
Concienciar a las nuevas generaciones, por el cuidado del planeta es algo encomiable y necesario, pero en modo alguno, se puede justificar un freno al desarrollo y una sobreactuación sobre el particular.
El cambio climático existe desde que el mundo es mundo y culpar a la ser humano de forma exclusiva, es como muy bien ha dicho el profesor Giaver, convertir tal teoría en una religión y condenar a la pobreza a millones de personas en base a el patrocinio que unos pocos pusieron en marcha en los años setenta y que sirve para otros intereses desconocidos.