Hay países de Europa, en los que todavía la democracia funciona, aunque obviamente no sea perfecta.
No nos podemos imaginar al Presidente del Gobierno de España, sometido a un test sobre drogas, como ha tenido que hacer la Primer Ministro de Finlandia, Sanna Marín, después de una fiesta en una discoteca, donde se mostró muy alegre e incluso reconoció haber tomado bebidas alcohólicas, lo que no es ningún delito, pero al levantarse la sospecha de que pudiera haber consumido algún tipo de estupefaciente, ante las peticiones de los medios de comunicación y de la oposición, se ha sometido a un test de drogas.
Es decir, su mayoría en el Congreso finlandés, no ha servido para tapar nada, sino que ha dado un paso para clarificar todo.
En España, si ello hubiera ocurrido, se hubiera tapado, negado, e incluso se hubiera declarado secreto de Estado.
Otro ejemplo de transparencia, se ha vivido estos últimos días en Alemania, donde el Primer Ministro, Olaf Scholz, se ha sometido nada menos, que a una Comisión de Investigación en el Parlamento, para explicar su actuación como Alcalde años atrás, en un asunto de reclamación de impuestos por parte de la ciudad que dirigía.
En definitiva, en España, vivimos una democracia controlada, casi falsa y que necesita una renovación de leyes, formas y controles.
Pero no parece que nuestra clase política, la peor en muchas décadas, este por la labor.