Privar de su libertad a un ser humano es algo muy serio y que debiera siempre estar muy justificado por su peligrosidad social: asesinatos, secuestro, tráfico de drogas y de seres humanos, terrorismo y cuestiones en las que el individuo sea un peligro social para la comunidad en su conjunto.
También creo firmemente, que nadie con más de setenta y cinco años e incluso alguno menos debiera ingresar en prisión, por delitos que no supusieran un peligro para los ciudadanos y que se debiera buscar otro tipo de castigos, por ello creo que el ex presidente de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñan, no debiera de ingresar en prisión, pues tiene 76 años de edad, y ciertamente no supone peligro alguno para nadie y entrar en prisión puede suponer su muerte en vida.
Sin embargo, es realmente curioso que nada menos que cuatro mil personas han pedido su indulto, no sólo compañero suyos, que lo entiendo, sino personas de otros partidos, deportistas, empresarios.
El problema, no está en pedir el indulto, sino en que no se ha pedido perdón de nada.
Tenemos un caso en Cantabria sangrante, en comparación con el del señor Griñan.
Me refiero al de Ángel Lavín (Harry) ex Presidente del Racing, que tiene que entrar en prisión en los próximos días y no le han dado el indulto, lo que obviamente no resiste comparación alguna con lo del señor Gríñan, ni por importancia social ni por el ejemplo negativo que supone la actitud de un cargo público.
Conozco a Ángel Lavín, hace bastante tiempo que no hablo con él, pero puedo decir que en su relación conmigo siempre ha sido una persona cordial y no me ha parecido merecedor de ser privado de libertad, otra cosa, es que haya podido cometer irregularidades o ilegalidades en su gestión del Racing, pero realmente me parece que privarle de libertad, algo así como “matar moscas a cañonazos”.
No trato de entrar en el fondo de la cuestión, sino en que privar de libertad es algo muy serio y que debiera ser muy tasado.
La clave de toda medida de gracia, debiera de estar en el arrepentimiento sincero y en el perdón y por supuesto, en una voluntad de la persona condenada de resarcir el daño realizado, al menos, con algún servicio a la sociedad en su conjunto.
Por lo tanto el señor Griñan, para ser indultado debe de pedir perdón, lo contrario es crear desigualdades lamentables y vergonzosas como la de Ángel Lavín.
Por otra parte, pedir perdón, de verdad y no con la boca chica, es un acto de nobleza que engrandece a quién lo pide, todo lo contrario que la soberbia.
Mientras en esto sucede, los terroristas de ETA sin arrepentimiento alguno son jaleados y llevados a la cárceles vascas, donde enseguida gozaran de permisos.
El mundo al revés, de una sociedad desquiciada: Fuerte con el débil y débil con el fuerte.FUERTE