Hemos perdido la vergüenza y sobre todo la humanidad en España, o la humanidad depende de la persona y su origen.
Días pasado escribía aquí, que nadie con más de 75 años debiera ingresar en prisión, salvo por delitos de sangre, violencia, tráfico de drogas o de personas u otras causas de peligrosidad social, y lo decía respecto al que fuera presidente de la Junta de Andalucía, condenado a seis años de cárcel por el caso de los ERES, José Antonio Griñan.
Sin embargo, los mismos que piden su indulto, son los que no quieren en España al Rey Emérito don Juan Carlos, un anciano(84 años), enfermo con graves problemas de movilidad.
Muchas de las cosas que se han ido conociendo de la vida particular de Don Juan Carlos, han sido graves, e incluso algunas muy graves, para el ejemplo que debe dar un alto mandatario, pero también ha hecho importantes y grandes servicios a España.
Ningún Tribunal Español, le reclama, ni tiene cuentas pendientes, por lo tanto ni el Gobierno de la Nación ni la Casa Real son nadie, para impedir que una persona muy limitada y anciana no pueda vivir en su país, es más presionar para que no tenga movilidad en un atentado a la libertad, por muy bien que se encuentre en un magnífico hotel del Golfo Pérsico.
España, aunque algunos parecen quererlo, no es ninguna dictadura y no puede el Gobierno coartar por gusto o no gusto, la vida de sus ciudadanos y menos de una persona con tanto servicios en su haber, por mucho que en otros asuntos haya defraudado.
Su hijo el Rey de España, tampoco debiera de olvidarse, que por muchas cosas que haya hecho mal su padre, es su padre, y debe de respetarle ante los ciudadanos y ante la historia que le juzgará.
No podemos vivir en un país de miedos y de personajes, con una vara de medir tan grande, para los que creen suyos y tan corta para otros. La humanidad y la compasión no deben de desaparecer de nuestros corazones, por mucho que algunos quieran, al margen de ideas o creencias respetables.