Con todos los problemas que tenemos en Cantabria, nos encontramos con noticias que más parecen de ciencia ficción, pero son reales como la vida misma.
Recoge El Diario Montañés en su edición de este jueves, que los servicios jurídicos del Gobierno han frenado por cuestiones técnicas un decreto para incluir el lábaro como tercera imagen oficial de Cantabria, junto con el escudo y la bandera.
Esto empieza a ser ya un “esperpento”, una “tomadura de pelo”, pero también es un intento de ingeniería social, nada inocente.
El lábaro, nada tiene que ver con Cantabria, era un símbolo militar utilizado por Constantino en el siglo IV antes de Cristo.
Basado en datos de la época el insigne historiador e investigador Joaquín González Echegaray, describió al lábaro como una “X” sobre la que se superpone una “P”, anagrama que se conoce como Crismón que representa a Cristo, dado que este emperador, acudía a las batallas, bajo el lema “En nombre de Cristo vencerá siempre” .
También, el insigne investigador e historiador, José Luis Casado Soto, se mostró siempre de igual manera, señalando no entender porque se inventan la historia y declarando que se utiliza la historia como una caricatura que nueve tripas y no cabezas.
Están jugando con símbolos, por intereses políticos a futuro, lo que es despreciable, creando sentimientos artificiales para dividir y no unir.
La bandera blanca y roja, la bandera marítima de nuestra provincia inicialmente y después de Cantabria tiene sentido por su historia, ya fue utilizada en 1.755 cuando Santander recibió el título de ciudad.
Basta de mentiras, de cuentos, de sueños e historias inventadas, para mover los sentimientos de las buenas gentes y luego como siempre ocurre en estos casos jugar con ellos.
Nuestra historia es suficientemente rica, para no tener que inventarse símbolos artificiales con intereses claramente políticos.