Decía recientemente un Congresista norteamericano, que una democracia en la que los que gobiernan no tienen miedo a sus ciudadanos, no es democracia.
Una democracia sin control, por parte de los medios de comunicación, sin capacidad de que las criticas tengan repercusión o estas sean coartadas e ignoradas, es una especie de dictadura encubierta.
Cuando los medios de comunicación, ocultan informaciones, critican a los que no piensan según los cánones que establece el poder de turno, el sistema democrático, es un juguete roto en manos de los intereses de los partidos.
La censura indirecta, se abre paso en España y en el resto de Europa, al estigmatizar, silenciar cualquier posibilidad de discusión o cambio sobre el modelo económico, social e institucional.
Los grandes medios, casi todos, en una dependencia total, de las subvenciones de los Gobiernos, se han convertido en cadenas de transmisión de los intereses del poder, en contra de ser contrapesos en la defensa de la libertad y derechos de los ciudadanos.
Por lo tanto, la democracia actual no es democracia, y a pasos forzados se esta convirtiendo en una forma de gobierno que oprime y controla.
Este circunstancias, acaban siendo campo abonado para revoluciones, golpes de estado y revueltas, cuando las poblaciones se dan cuenta de ello, con el consiguiente deterioro de la convivencia, de los derechos y el fin de la propia democracia.
Europa, y gran parte de occidente parece no querer darse cuenta de los graves riesgos que ello conlleva.
Mientras, casi todos loe medios de comunicación “apalancados”, con graves problemas de rentabilidad, se han convertido en la gran “baza” del poder, llevando con su postura a la democracia a su ocaso.