La falta de valores morales y espirituales, son la clave de la decadencia política y social que vive occidente, cuya muestra clara vemos en España.
Cuando la verdad deja de existir, cuando la mentira se convierte en una forma habitual de comportamiento, nuestras relaciones se resquebrajan y se convierten en algo superficial y sin valor alguno, sujetas siempre al interés de cada momento.
Lo acabamos de ver en el reciente “puente” de la Constitución y de la Inmaculada: millones de personas moviéndose de un lado para otro como “pollos sin cabeza” sin saber que hacer y a donde ir tratando de llenar un vacío interior.
Algo similar ocurre en estos días, en los que se acercan las fiestas de la Navidad y de fin de año, viajes, movimientos, endeudamientos absurdos (uno de cada tres personas solicitara un crédito para gastar en estas fechas).
Parece que sólo llena lo material, pero realmente no es así, detrás queda un vacío profundo que deja la falta de transcendencia, la falta de algo superior que llene nuestros corazones, como es Dios.
Mientras, la sociedad como si fuera un barco balanceándose en medio de una tormenta, busca, pero no encuentra, porque busca en el poder, en el dinero, en el sexo, en los placeres mundanos; en sitios que nunca calman de verás la sed de los seres humanos.
Por estas cosas, la sociedad no marcha bien, la política es un fracaso y la crispación y el enfrentamiento se abre paso.
“Como pollos sin cabeza”, así marcha esta sociedad desesperanzada y confusa.