Es muy lamentable lo que esta sucediendo en el sector bancario, en casi todas las entidades, en mayor o menor medida, sobre todo en las más grandes.
El síndrome del empleado de banca “quemado”, es habitual, debido a varios factores, sobre todo, debido a unas exigencias por parte de la alta dirección
cada vez más difíciles de cumplir, lo que crea abatimiento y miedo en los profesionales, por otro lado, la escasez de personal, hace que la atención al cliente, sea por lo general cada vez peor, creando impotencia y desazón.
Hasta hace unos quince o veinte años, el trabajar en banca suponía un orgullo y una calidad de trabajo y remuneración ejemplar; ahora, ocurre todo lo contrario: salarios bajos, inestabilidad laboral, con despidos en algunos casos dramáticos desde el punto de vista familiar, conozco algún caso.
Mientras todo esto sucede, los Consejos de Administración de estas entidades, lejos de cualquier ejemplo, gozan de grandes bonus y pagas, por el mero hecho de reunirse un número de veces al año, por supuesto, a nivel de las presidencias Jets ejecutivos a su disposición y todo tipo de prebendas.
No me extraña, que en la última Junta general de una entidad bancaria de las más importantes, una sindicalista de UGT, muy educada por cierto, denunciara de manera muy clara toda esta situación, recojo algunas frases, que se pueden extender me supongo a una parte del sector: ”plantilla descontenta, perdida de poder adquisitivo, clima labora durísimo, actitudes arcaicas con herramientas presión moderna y digitales, ranking que ocultan el sufrimiento, correros y mensajes a raudales”.
Una intervención valiente y real, que por supuesto, una gran parte de los medios de comunicación ocultan o dejan en un lugar irrelevante; mientras que la publicidad engañosa de muchos de estos medios, tratan de vender un mundo irreal.
Mis amigos del sector, algunos jubilados y que han tenido puestos de responsabilidad, me hablan de miedo en muchos profesionales, miedo, en el trabajo, miedo, a quedarse en el paro, mientras los señores de los Consejos de Administración cobran cantidades que dan vergüenza.
Todo esto ocurre, en el siglo XXI, cuando se habla del estado de bienestar o cuando las propias entidades se suman a la religión verde, y se dedican a contar “rollos” del medioambiente, seguro, que para compensar las emisiones de sus Jets ejecutivos. Peor que en el feudalismo.