Después de la contundente victoria en la primer vuelta de las elecciones legislativas francesas del partido Agrupación Nacional de Marine Le Pen, resulta que de cara a la segunda vuelta el llamado Frente Popular de toda la izquierda incluida la radical, quiere unirse de forma estratégica a Macrón, para concentrar en cada distrito el voto en aquellos candidatos mejor situados.
El Presidente Macrón, con los índices de popularidad más bajos de ningún Presidente, parece dispuesto a todo, en una señal en la que se visiona claramente como el comunismo y el globalismo, son capaces de unirse en detrimento de la libertad y los derechos.
Por mucho, que casi todos los medios de comunicación, en un acto insólito, hablen de extrema derecha, en realidad se llama extrema derecha a una formación que defiende la identidad de Francia, el derecho a la propiedad privada, a la protección de sus tradiciones, a la seguridad en las calles, a una convivencia cívica en la que impere la ley y el orden y el derecho a una inmigración controlada y legal, entre otras muchas cosas.
En el fondo, es una lucha del bien contra el mal, porque no se puede aceptar que millones de franceses sean insultados por querer defender a su país y vivir en paz y libertad, sin intromisiones ni agendas, que sólo quieren el control social y la dependencia de la caridad de un estado opresor.
La genta de bien, no quiere violencia, ni que nadie le dicte lo que tiene que pensar y sentir, en el fondo, por mucho que califiquen de extremos a la formación Agrupación Nacional, hoy por hoy, es una especie de válvula de escape de tanta mentira, de tanta imposición ideologica, de tanta agenda verde, de tanta burocracia y de tanta generación de pobreza; lo pueden llamar como quieran, pero en el fondo, es una respuesta a una deplorable gestión de décadas y a la falta de libertad de la ciudadanía.