Mascarillas que supuestamente no aparecen, mascarillas inservibles, adquisiciones de materiales a empresas no especializadas, empresas casi “fantasma”, enriquecimiento de unos pocos, mientras al resto de los españoles se nos tenia encerrados, como se ha visto después, ilegalmente y de forma innecesaria, comités de expertos que luego no existían, cierre del Parlamento, evitando todo control.
En definitiva, la pandemia COVID, es uno de los escándalos más grandes de los últimos doscientos años y en un país serio, la Fiscalía de manera autónoma llevaría a cabo una investigación global del comportamiento de las diferentes Administraciones, especialmente por la gravedad de sus decisiones, de la Administración del Estado.
A nivel informativo, podríamos decir otro tanto, al limitarse de hecho la libertad de opinión, incluso científica de todo aquel que criticará cualquier decisión o tratará de defender la propia libertad de expresión como en Estados Unidos a confesado Mark Zuckemberg, sobre la presiones recibidas del Gobierno de Joe Biden para impedir cualquier opinión disidente en sus plataformas (Facebook, Instagram y Watsapp).
En España, por supuesto, gran parte de los medios de comunicación debieran de reconocer que no informaron la verdad, que coartaron toda critica y que algunos medios encima estigmatizaron a todo disidente, aunque su prestigio y curriculum avalará su trayectoria.
En definitiva, en un país serio, todo ello estaría investigándose, seguro que con resultados que causarían escándalo.