Como si fuera una especie de “dictador, el Presidente del Gobierno, ha concluido con sólo el diez por ciento de las acciones de Telefónica en manos de la SEPI, su “asalto” a uno de los “tesoros” de nuestras grandes, empresas, Telefónica.
La maniobra incalificable de hace unos pocos meses, de comprar con el dinero que no tenemos, de todos los españoles, adquiriendo por casi tres millones de euros el diez por ciento de este buque insignia de las comunicaciones, ha concluido con el objetivo cumplido : adueñarse con sólo el diez por ciento del capital y la colaboración vergonzosa del paquete de acciones de La Caixa, con el control de la sociedad.
Mientras, el sesenta por ciento del capital, claramente la mayoría de los pequeños y medianos accionistas, han sido burlados y no han sido consultados.
Todo un proceso más propio de un país totalitario, en el que en un fin de semana, para evitar capacidad de reacción, se llama al hasta entonces Presidente de Telefónica, Álvarez Pallete al Palacio de la Moncloa, para que en presencia de un representante de Criteria Caixa, pedirle que dimitiera y convocar así, e apenas veinticuatro horas, un Consejo de Administración de la sociedad para nombrar a su sustituto, Marc Murtra, un hombre muy cercano al PSC y de confianza total del Gobierno.
Ante está desvergüenza, los españoles nos quedamos contemplando, como con nuestro dinero o con nuestra deuda, unos señores minoritarios, se hacen con el control de una gran empresas, usurpando, no sólo todo control democrático, sino societario, porque el sesenta por ciento del capital, la inmensa mayoría no ha podido opinar ni aprobar tal intervención.
Es una prueba evidente, de un intento ya sin freno, de convertir a España en una democracia de apariencia, pero totalmente alejada de cualquier control social, en definitiva, un régimen de control con muy preocupantes “tintes” totalitarios.
El principal partido de España, el PP y por supuesto Vox, deben de tomar medidas especiales, democráticas, pero nunca vistas hasta ahora, para dar respuesta a la deriva de un personaje, que realmente amenaza a nuestras libertades y que sin duda supone un riesgo político, para el mantenimiento de una democracia digna de tal nombre.