El daño moral, ético y por supuesto político, generado por las decisiones de Pedro Sánchez, más allá de los casos de corrupción de personas de su entorno más cercano, no se solucionarán sólo con su salida del Gobierno, algo que parece inevitable, sino que si se quiere evitar futuras repeticiones de este tipo escenarios de corrupción, se deberán tomar medidas drásticas, con leyes y reformas de tanta profundidad en el propio funcionamiento de los partidos políticos, que parece algo imposible de lograr.
España, su sociedad, necesita dirigentes llenos de libertad y de valores, ética y credibilidad, para iniciar una regeneración transversal, que se enfrente al gran vicio de clase política actual, el gasto público descontrolado y la falta de controles eficientes que eviten futuras corruptelas.
Los españoles, necesitan dirigentes capaces de tomar los riesgos políticos personales, que en este momento hay que tomar, para ilusionar a una sociedad sin confianza alguna en una clase política, que lleva décadas dando malos ejemplos y anteponiendo sus propios intereses a los intereses generales.
La solución, es muy compleja y llevará tiempo, de lo contrario, todos los cambios que se produzcan, serán mero maquillaje.
La mentira y el relativismo son dos cánceres de muy difícil extirpación.