En la vida política española, vivimos un proceso muy preocupante, en el que la verdad y el bien parecen no importar, todo es relato y percepción, lo que nos llevará inevitablemente al desastre como sociedad.
No importa la verdad, y lo que es aún más grave, tampoco importa el bien común y la concordia.
Tenemos algunos políticos, a los que parece sólo les importa el poder, por el poder, para dominar y hacer profesión de una actividad noble como debiera de ser el servicio a través de la política.
Vemos casos, que ahora se juzgan en los Tribunales, donde destacados cargos públicos, han utilizado su poder, para supuestamente enriquecerse ellos y sus entornos de manera ilícita y descarada.
Ante ello, parece que una parte de la sociedad, mira hacía otro lado, como si estuviera ajena a este grave problema que a todos nos afecta y lo que es aún muchísimo más grave, algunos tratan de justificar actuaciones que a cualquier persona de bien debiera escandalizar.
Así, sin buscar la verdad ni el bien común, ningún país puede desarrollarse y sus ciudadanos antes que tarde, también acabarán siendo víctimas del propio proceso de descomposición social.
Nuestra democracia está en serio peligro de colapsar, el ciudadano de bien, está escandalizado y desprotegido, ante el proceder de muchos de nuestros dirigentes y no se atisba a nadie que sea capaz de liderar una nueva etapa de regeneración política, social y económica.
Parece cada vez más obvio, que unos pocos están dispuestos a casi todo, con tal de mandar y controlar.
