La corrupción política, está llegando en España, a límites desconocidos, aunque a lo largo de los últimos años se hayan producido en nuestro país graves casos de corrupción.
Sin embargo, lo que existe ahora, es una corrupción sin freno, «cutre»; más propia de una película de Torrente.
Son tantos los casos de corrupción y tan escandalosos, que el autentico riesgo que se está produciendo, es que la sociedad o parte de ella, vea como normal la propia corrupción y en algunos, casos hasta la llegue a justificar.
Tantos casos de corrupción están produciendo cierta inmunidad en una sociedad, agotada, cansada, sin ejemplos creíbles, mal informada y muy manipulada.
Decía en una reciente declaraciones el que fuera Secretario General de los socialistas madrileños, Tomas Gómez, que Pedro Sánchez, no distinguía el bien del mal, lo que sin duda de ser así, sería una tragedia moral.
También ocurre lo mismo en una parte de la sociedad, imbuida de un relativismo atroz y sin líneas en sus conciencias que sepan distinguir el bien del mal, la decencia de la indecencia.
Caso tras caso, de corrupción por muy escandalosos que sean, al final producen una especie de tolerancia social o resignación, que al final acaban siendo muy difíciles de superar, sumiendo a la nación en una especie de estanque de aguas podridas.
