Ya se que es como “predicar en el desierto”, pero los medios de comunicación en general, casi todos, debieran mirar hacia su interior y analizar si están dando un servicio público sobre la pandemia o lo que realmente están haciendo es crear una “paranoia” general a base de dedicar grandes espacios en periódicos y el noventa por ciento de los informativos de radio y televisión al CoVID-19.
Hablan del número de casos detectados, que no son otra cosa que personas que han dado positivo en un PCR con el margen de error que tienen y mezclan fallecidos en el caso de las televisiones con imágenes de archivo de las UVIS.
No se trata de esconder los fallecidos, ni negar la pandemia, ni mucho menos, la pregunta es :¿Porqué no se sacan las UVIS con los fallecidos por enfermedades del corazón o de cáncer?. La situación en las UVIS son siempre extremas e igual de dramáticas.
COVID-19 a todas horas, pero el número de fallecimientos es infinitamente menor que por enfermedades coronarias, se olvida el sufrimiento de otras personas y seguimos con el COVID-19, pero no sabemos que dicen las autopsias, ni mucho menos se trabaja en una labor de protección con vitamina D como piden muchos especialistas.
Todo ello ha generado la división de la sociedad, entre buenos y malos.
Son buenos los que obedecen al Gobierno y a los medios y no cuestionan nada, son malos, aquellos que tratan de preguntarse aspectos que no entienden o que su sentido les pone en dudas, aunque por supuesto, no nieguen la enfermedad.
Del miedo no puede salir nada bueno, el miedo, paraliza y nos crispa.
Los seres humanos obedecemos por convicción, interés o miedo.
El miedo actual, se induce exagerando una situación real y convirtiéndola mediáticamente en una situación extrema, se consigue así una inducción individual que es paralizante y que deja a la persona incluso sin capacidad para razonar de forma equilibrada, debido a la presión externa, en este caso, de los medios de comunicación y del propio poder.
Ante esta situación, las personas reaccionan imponiéndose sólo la necesidad de sobrevivir y queda anulada gran parte de la capacidad crítica sobre la realidad al crearse una realidad paralela que parece autentica aunque no lo sea.
El daño ya esta hecho y será después muy difícil recobrar el sentido autentico de la libertad.