La crisis mundial creada por la pandemia de COVID-19, ha tenido un aditamento fundamental en la manipulación, en la mentira y sobre todo en la exageración.
Por supuesto, que nadie en su sano juicio debe negar la existencia del virus, ni sus consecuencias graves o mortales en algunas personas, no se trata de nada de eso, sino decir que se ha aprovechado la pandemia con otros fines.
Cuando recientemente, hace ya casi un mes, se levanto el estado de alarma, comenzaron las televisiones a dar imágenes de reuniones de jóvenes, “de botellones” y de otras concentraciones, decían los supuestos expertos, algunos con más cara que espalda, que dichas concentraciones iban a propiciar un aumento de casos importante. Pues bien, han pasado los días casi un mes y nada de eso ocurrió.
Eran los mismo que hablaban de la bomba vírica sobre Madrid y que luego resulto lo que resulto.
Estamos rodeados de incompetentes e irresponsables, que en algunos casos debieran de responder por sus juicios y por el miedo generado ante los Tribunales.
Lo mismo ocurre, cuando se ocultan las informaciones de investigadores, contrarios a lo que los gobiernos están haciendo, en vez de propiciar con luz y taquígrafos debates científicos.
La verdad, se abrirá paso y algunos quedaron “retratados” como perversos manipuladores, la duda es si todo es por un puñado de dólares o sólo por querer ser protagonistas, sin tener con perdón, ni puñetera idea.