La gestión a nivel de España de la pandemia de COVID-19, ha sido un desastre desde el punto de vista sanitario, social y económico y psíquico.
El informe de la Fundación FOESSA con CARITAS ESPAÑOLAS, al respecto es muy esclarecedor en cuanto a los daños irreparables causados en muchas familias españolas.
El informe, recoge que la cohesión social en España, ha sufrido un “shock” sin precedentes, como consecuencia de la tensión que ha sufrido la actividad económica y el empleo a causa de la irrupción del SARS-COV-2.
Según el trabajo desarrollado por un equipo de más de 30 investigadores de más de diez universidades y entidades, la precariedad laboral durante la crisis sanitaria se ha duplicado alcanzado casi 2 millones de hogares que dependen económicamente de una persona sustentadora principal que sufre inestabilidad laboral grave.
Un tercio del os hogares, están con todos los miembros en paro(600.000) familias, carecen de algún tipo de ingreso periódico que permita una cierta estabilidad.
La diferencia entre la población con más ingresos y con menos ha aumentado más de un 25 por ciento, cifra por cierto superior a la crisis de 2.008.
Tr4es de cada diez familias, se han visto obligadas a reducir los gastos habituales en alimentación, ropa y calzado.
Ante esta catástrofe, me pregunto si no se van a pedir responsabilidades, a aquellos dirigentes de medio mundo que no quisieron hacer ni escuchar las declaración de GREAT BARRINGTHON, en la que más de un centenar de científicos de primera línea, pedían que no se desarrollaran confinamientos, por innecesario y dañino para la salud.
Dos años después, vemos que la pandemia, ha sido utilizada para que unos pocos y poderosos se enriquezcan aún más y para cercenar derechos y libertades, y arruinar familias y pequeñas y medianas empresas.
Mientras, vemos como los grandes fondos, consiguen resultados económicos record e intentan instalar un nuevo sistema que sólo a ellos beneficia.