SIN BUENAS PERSONAS, NO PUEDE HABER BUENOS POLÍTICOS

Sin valores, no puede existir una actividad política normal. Cuando el ser humano, se mete en su propio ser y en su propio interés y sólo piensa en objetivos materiales particulares, se convierte en un elemento peligroso.

No puede existir una actividad política mínimamente presentable, por parte de personas que justifican el mal y que niegan en realidad la existencia del bien y del mal.

La clase política actual en demasiados casos, ha abandonado la fe, el sentido de transcendencia, de la gratuidad y del bien.

Su forma de actuar, por lo tanto se convierte en una mecánica animal del propio interés, sin respeto absoluto a sus semejantes.

Sin buenas personas, no puede haber buenos políticos, sin personas que en primer lugar sean buenos padres de familia, será poco menos que imposible que la actividad política, empresarial y social pueda ir bien.

La sociedad marcha mal, porque el ser humano ha abandonado a Dios y se ha creído fabricar su propio Dios, como un becerro de oro.

Es imposible que la clase política cambie, sino cambiamos primera a la familia, a la educación y situamos un horizonte espiritual que de al ser humano un andamiaje para vivir orientados y dignamente.

La gran tarea actual, es la recuperación de los valores, de la fe, de la verdad y del bien. Sin ello es imposible que esto funcione.