Dice la lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios, de este domingo 12 de febrero: Hermanos: hablamos de sabiduría entre los perfectos; pero una sabiduría que no es de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los príncipes de este mundo, la ha conocido, pues si lo hubiesen conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la gloria.
Este párrafo es claro sobre lo que sucede ahora también y de forma aún más grave en esta sociedad.
Se dictan normas contra la lógica de la naturaleza, imponiéndose agenda ideológicas sin sentido y valor alguno y que abandonas al ser humano, dejando como un mero instrumento.
Se habla de derechos que patrocinan la muertes de seres indefensos e inocentes, sin alternativas, se miente de forma continua y se extiende la cultura de la muerte, creando un disparate tal, como el que el aborto sea un derecho cuando es un fracaso.
A izquierda y derecha estamos rodeados de estos príncipes de los que habla esta carta de San Pablo a los fieles de Corintio, nuestros gobernantes y políticos de medio mundo, en el fondo, ignorantes ellos con sus decisiones siguen crucificando a Jesús, a través de sus intereses e injusticias y de sus mentiras.
Es más, aquellos políticos que optan por obrar en conciencia en sus labores, son perseguidos por no servir a los intereses del momento.
Es todo un vacío moral, cultural, religioso y también ético; fruto de un relativismo atroz que nos lleva a la desaparición como sociedad.
Es hora de que los cristianos y aquellos no creyentes con valores, meditemos si está es la sociedad que queremos: la sociedad de la permanente mentira, del enriquecimiento ilícito, de la falta de libertades para pensar y opinar libremente, la de la imposición de pensamientos y modas que en algunos casos son atroces.
Por ello, me niego a poner por delante otros intereses que no sean los del bien común, los de la paz, la libertad, la justicia y la tolerancia, en definitiva los del bien.