El resultado obtenido por los partidos políticos en cualquier contienda electoral, debiera de ser una especie de contrato escrito entre los electores, y las fuerzas políticas.
Prometer una cosa y hacer la contraria con diferentes excusas, es algo que hemos visto repetidamente en España demasiadas veces.
La crisis de los sistemas democráticos, las crean generalmente los propios partidos políticos, por su falta de coherencia, claridad y por someter a los ciudadanos a un continuo “trágala”, como si los dirigentes estuvieran más cualificados que los ciudadanos para saber lo que nos conviene.
La crisis, que vive la democracia en Europa y en general en occidente, tiene como base la falta de transparencia de los partidos políticos, el vicio de engañar continuamente y llevar hasta el extremo que “el fin siempre justifica los medios”, lo que acaba siendo un autentico “caballo de Troya” para el sistema.
Los medios de comunicación, casi todos, en vez de convertirse en notarios de la verdad, se han convertido en una maquinaria de transmisión de intereses ideológicos y económicos, sin respeto a la verdad, pudriendo así las esperanzas de libertad y derecho a una información, que no oculte la verdad.
El año próximo, las elecciones al Parlamento Europeo, servirán para dejar claro un movimiento “pendular”, que amenaza por llevarse por delante, a una parte de las fuerzas políticas tradicionales y en vez de analizar las causas trataran de culpar a los electores desde una superioridad moral que en absoluto tienen.