Una gran parte de los conflictos y de las divisiones en los países y en el mundo, están causados por la clase política, sobre todo las contiendas internas.
Los intereses particulares, de las formaciones políticas, autenticas empresas de colocación, generan la mayoría de las veces diferencias entre los ciudadanos, para así generar conflictos artificiales que dividan.
No es que todos debamos de pensar de la misma manera, pero salvo asuntos concretos, en que son lógicas las diferencias, demasiadas veces la clase política, en vez de restañar heridas y tender puentes, lo que hace es aumentar las divisiones, tras las divisiones vienen los conflictos, que siempre crean vencedores y vencidos.
Por lo general, el sistema democrático se ha convertido en la mayoría de países, en divisiones personales no sólo ideológicas.
No todo debiera de servir, sólo la disputa política tiene sentido, cuando se defienden causas nobles que ayuden a mejorar la vida de las personas, con opiniones razonadas, evitando los intereses personales o de grupo.
Nada de ello sucede en la actualidad; los partidos políticos se han convertido en un fin en si mismo y ya demasiadas veces, los ciudadanos no entendemos a que intereses responden sus posiciones.
En definitiva, hay que cambiar la forma de hacer política y todo el proceso subordinarlo exclusivamente a la búsqueda auténtica del bien común.