La sociedad europea, sus dirigentes políticos y económicos, parece haber decidido, «suicidar» la actividad industrial y económica y por lo tanto el desarrollo social de los habitantes del viejo continente.
Todo empezó, por la avaricia de muchas empresas y sectores industriales completos, en trasladar la fabricación a China de sus productos, bajo el pretexto de unos costes laborales muy bajos desde el punto de vista económico, y de inexistentes derechos sociales.
Al llevar la producción a China, un país sin libertades ni garantía jurídica alguna, se han encontrado, con el paso del tiempo, que las tecnologías de fabricación exportadas para producir, fueron copiadas por empresas Chinas, que ahora son competencia de las europeas.
Seguir alimentando a China encargando por ejemplo, buques como están haciendo muchas navieras, por sus costes finales es una gran irresponsabilidad, porque China, es un competidor desleal y lo que es peor, trata de imponer su sistema político contrario a los derechos humanos más básicos.
China, se ha introducido en Europa, posiblemente comprando muchas voluntades de directivos y políticos que por sus propio beneficio, queriéndolo o no, han vendido nuestro futuro.
Otro tanto, está ocurriendo a nivel financiero, con la continua toma de participaciones accionariales de monarquías del Golfo Pérsico, que con su poder económico y financiero, están tomando posiciones en empresas estratégicas de todo tipo.
Estos países, son conscientes que en la sociedad occidental, desarmada de ética y de valores, siempre encontrarán a personas desaprensivas y corruptas, que por su riqueza personal, vendan también nuestras libertades y forma de vivir.
Hoy señores, el riesgo está en China y en los países del Golfo Pérsico, aunque mejor dicho, el riesgo está en la propia pérdida de ética y valores de una sociedad europea cada vez más pérdida y desorientada avejentada.