La Constitución Española, se está convirtiendo en un elemento decorativo del Estado, debido la falta de aplicación de la misma en momentos fundamentales y su interpretación partidista, que la ha dejado en la práctica inoperativa.
Se pueden poner muchos ejemplos, pero me voy a ceñir a dos que en los momentos actuales cobran especial importancia, por no estar aplicándose con las graves consecuencias que se derivan.
Así el articulo 134-3- de la Constitución Española, recoge: «El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos del Estado al menos tres meses antes de la expiación de los de los del año anterior».
Por su parte y otro asunto transcendental en la actualidad, el articulo 56 recoge la función arbitral y moderador del Rey.
En estos momentos el actual Ejecutivo, no sólo no ha presentado los PGE del próximo año, sino que llevamos toda la legislatura sin ninguno aprobado, lo que a todas luces muy grave desde el punto de vista democrático y una vulneración flagrante de la Constitución.
Respecto a la función arbitral del Rey que recoge el articulo 56, a la vista tenemos que no da resultado alguno, porque en la práctica no parece que se este moderando nada, ni se este llamando la atención al Gobierno por asuntos muy graves que se están produciendo en la gobernación de España.
Ya sabemos que nuestra Constitución, da proco margen al Rey para intervenir en casi nada, pero si le faculta claramente en la labor moderadora y arbitral, a la vista está, que nada de esto ocurre más bien al contrario; la ciudadanía cada vez tiene más la impresión de que la Monarquía en su conjunto parece, y lo digo con profunda tristeza, un mero elemento decorativo.
Poco a poco, se está rompiendo nuestro carta de convivencia, que aunque estaba cargada de imprecisiones y generalidades podía servir, ahora ya con la colaboración de los que debieran haber velado por ella, se ha convertido en un elemento prácticamente inútil.