Da igual que el PIB de España caiga un 18,5 por ciento en el segundo trimestre del año, da igual, que sea la mayor caída en comparación con Italia un 12,4 por ciento, Francia un 13,8 por ciento o Alemania un 10,1 por ciento, da igual, que el consumo se desplome y que se haya faltado a la verdad a los españoles, durante el confinamiento, hablando continuamente del comité de expertos que luego no existió y que sólo eran funcionarios, da igual, que el paro se haya disparado incluso más que en Grecia, al señor Sánchez dice que controlará los fondos europeos que lleguen a partir del próximo año, “que el Señor nos coja confesados”.
Da igual lo que pase, porque los sindicatos que debieran denunciar la situación caótica, que desde el punto de vista económico que vive España, no dicen nada, como tampoco la CEOE que debiera denunciar ante la nación esta situación e incluso la oposición, timorata y sin capacidad de liderazgo para conducir el país a un gran cambio, un cambio, que no puede ser cosmético, que debe de ser de fondo.
España, tiene que hacer reformas de gran “calado”, reducción drásticas de gasto público improductivo, recortes en cargos políticos, reducción de estamentos, desaparición del Senado, en definitiva, una reforma que pueda aprovechar un situación así para demostrar la inutilidad de tantas y tantas cosas y dejar limpio de equipaje a un Estado lleno de gastos innecesarios por todas partes.
Me gustaría equivocarme, y que todo fuera menos grave de lo que se avecina, pero los aplausos al señor Sánchez , son por el momento lágrimas para muchos españoles, demasiados.