La insuficiente acción del Gobierno en funciones del señor Sánchez, respecto al orden público en Cataluña, empieza a ser preocupante.
Parece claro que la respuesta a los desordenes públicos, al daño en el patrimonio urbano y a los bienes privados, debe de ser el adecuado sin excesos, pero tampoco se puede quedar el Gobierno de la Nación, esperando a que por si mismo se baje el “suflé” como les ha dado por decir ahora a los correctamente políticos.
El daño causado por los dirigentes catalanes, que han animado a las manifestaciones es incalculable y alguno debiera de estar ya declarando ante los Tribunales.
No es de recibo que el gobierno siga esperando, porque esa parece la táctica, que los manifestantes se cansen.
Hay al menos un 54 por ciento de la población catalana que esta viviendo una pesadilla y algunos dirigentes políticos parece que se han quedado mudos y otros se dedican a decir que hay que esperar a que todo pase.
A la personas que viven del turismo en Barcelona, no les sirve un Gobierno que parece querer mirar hacia otro lado y ni siquiera es capaz de mandarles un mensaje de esperanza y apoyo.
El PSOE actual, siento decirlo, en nada se parece al que fue en momento claves de la transición aportando muchas cosas buenas, ahora, en su entreguismo al nacionalismo con el que gobierna en muchos Ayuntamientos de Cataluña se encuentra atrapado por intereses electorales también en Navarra y País Vasco, evidentemente es difícil así, tomar medidas contra los que en un futuro o en la actualidad se quiere pactar.
Por lo tanto, aunque me gustaría equivocarme, el señor Sánchez no tomará ninguna decisión y el problema catalán seguirá latente, si esto pasa veremos cosas imposibles de creer hace pocos años. Pobre España.