En estos momentos que atraviesa la sociedad, a causa de la pandemia del coronavirus, debiéramos de parar y meditar sobre nuestra pequeñez y los débiles que somos como personas y sociedad.
Estamos imbuidos por el consumismo y el disfrute y en medio de ello, llega una crisis como la que padecemos y todo parece que se desmorona en nuestro alrededor.
No, nada se desmorona, se desmorona, esta sociedad sustentada sobre elementos poco firmes y con pocos valores.
Los cristianos, aunque padecemos las mismas sensaciones, debemos de aprovechar el momento como seres esperanzados, poner las luces largas y confiar en el Señor.
Las dudas de fe, lógicas que a todos en algún momento de nuestra vida nos salpican, quedan superadas cuando miramos con profundidad en oración y nos encomendamos a nuestro Padre, Dios Todopoderoso.
Estos momentos que vivimos, pueden ser momentos de meditación de reflexión y de solidaridad hacia los demás, ayudando en sus necesidades al vecino al que tengamos más cerca.
Elevemos la mirada al Señor, al Amigo que nunca falla, valoremos lo mejor que tenemos: la familia, los amigos de verdad, fortalezcamos la fe en momentos de dificultad, sin duda el Señor nos ayudará.U