NI EN EL PEOR DE LOS SUEÑOS

Ni en el peor de lo sueños podíamos pensar hacer dos años que el miedo iba a ser uno de los elementos paralizantes de la sociedad actual.

El miedo extendido por los medios de comunicación en base a medias verdades y potenciado por muchos gobierno del mundo.

El miedo nos quita la libertad, nos hace perder nuestra autonomía como seres humanos y justifica la manipulación.

Es tal el pánico generado en muchas personas, que aunque se trata de demostrar con datos y racionalidad, no se cree y se sigue en silencio los dictados políticos y mediáticos que no quieren dejar que se agriete el castillo de naipes sobre el que se sobrealimenta el miedo al COVID´19.

Estamos en las antípodas de los que llaman negacionístas por cierto de manera excluyente y manipuladora, sabemos que hay una enfermedad que en algunas personas ha causado síndromes graves y que han llevado a al muerte causando mucho dolor sabemos que hay muchas incognitas sobre una enfermedad que ha causado un aumento de la mortalidad sobre todo en los meses de marzo y abril y perseveran algunos casos, pero también sabemos que ahora en España, no hay motivos claros para seguir con las restricciones y menos con las campañas del miedo hablando de cepas.

Abolir las libertades individuales y silenciar a los que discrepan en un acto de dictadores por cierto aspecto valientemente denunciando por el Secretario General de la ONU la pasada semana.

Las restricciones han agravado las vulnerabilidades y han perturbado la vida de cientos de millones de familias que han perdido sus empleos o han visto como se hundían sus ingresos, esta afirmación no es mía es de Antonio Guterres.

Para colmo de males se quiere poco menos que “satanizar” a todo aquel que no quiera vacunarse con unas vacunas insuficientemente testadas, y que muchos científicos tienen dudas, incluso no se habla de ofertar con libertad que cada ciudadano se vacune con la vacuna que escoja.

Esto así no es democracia es dictadura, manipulación y también mentira, desde el máximo cariños y respeto a los fallecidos y sus familiares, no se puede utilizar su dolor para tomar medidas draconianas que atentan contra principios básicos del ser humano.