Si esto se confirma, la narrativa sobre el COVID-19 tendría que caerse por su propio peso, lo que en modo alguno debe de significar que se niegue la existencia de la enfermedad, sino el nivel su letalidad real.
Según recogen varios medios alemanes incluido el diario DIE WELT, el ochenta por ciento de las muertes adjudicada al COVID en Alemania, no han fallecido realmente por esta enfermedad.
El director del Instituto Independiente de Investigación de la Salud de Berlín, DR Bertram Haussler, ha declarado que según los estudios realizados por el Instituto que dirige el 80 por ciento de los fallecimientos notificados por el Instituto Robert Koch, que se encarga de el control de las cifras, habrían fallecidos por otras causas.
Según dicha información, la infección subyacente de los casos estudiados, se remonta a más de cinco semanas, y por tanto hay que supone que el virus no fue la causa de la muerte.
Según el estudio unas cien personas fallecidas diariamente a las que se les ha adjudicado que la causa de su muerte ha sido el COVID-19, hubieran fallecido igualmente, pero se les ha asignado el COVID como causa.
Las informaciones aparecidas en diferentes medios alemanes, recoge que los organismos encargados que contabilizar los datos son conscientes del error.
Es decir, si esto se confirma una “escándalo” más y un “agujero negro” más.
Aunque los datos han sido recogidos por medios importantes en Alemania, será difícil que los grandes medios españoles recojan esta información, me gustaría equivocarme. En cualquier caso, debemos de buscar la verdad, sin ningún tipo de prejuicio y sin interés alguno de tener o no razón.
El COVID-19 existe y por lo tanto, hay que evaluar su autentica repercusión, desde el punto de vista científico y no político.