En el inicio del nuevo año, quisiera desde esta líneas enviar un mensaje de esperanza a la sociedad en su conjunto y al mismo tiempo pedir, que busquemos diferentes fuentes de información sobre la pandemia COVID-19, es decir, que no se informen sólo por las televisiones y que por otro lado mediten y piensen, cuando les ordenen algo al respecto.
No esta mal cuestionarse las ordenes cuando estas son sospechosas, no se trata de desobedecer, sino de cuestionarse intelectualmente, para tener una opinión propia y no forzada por ningún interés.
Este proceso, lo llamaría “búsqueda de la verdad” sin prejuicios forjados por otros intereses.
Con esta premisas y elevando la vista hacia lo espiritual, seguro que recorreremos con más facilidad el próximo año.
La historia nos dice, que antes o después la verdad resplandece, por lo tanto este hecho debiera de ser un aditivo más para no perder la esperanza, ante las posible dificultades que se generen por parte de un poder que quiere controlar todo.
Refugiarse en la oración, es también un asidero firme, pues la confianza en Dios, no defrauda y nos ayuda en nuestro peregrinar de cada día.
En definitiva, empezamos en año con optimismo y siempre razonando y buscando el “sentido común” que parece que escasea y que además nos lo quieren quitar.
Acabo este humilde consejo, de la mejor manera, con este texto del Evangelio de San Juan que seguro les ilumina:
“En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En la Palabra estaba la vida y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla y la tiniebla no la recibió.
Vino a su casa y los suyos no la recibieron, pero cuantos la recibieron les da poder para ser hijos de Dios si creen en su nombre”.
No perdamos la esperanza.