Sin reformas estructurales de gran nivel y sólo con una mejora de la gestión económica, España no podrá afrontar su futuro con solvencia.
No se trata sólo de bajar impuestos, sino de hacer una reforma fiscal global.
Lo mismo ocurre en otros aspectos fundamentales, como la educación, con un cambio de planes y de materias que profundice en una enseñanza de calidad, donde el esfuerzo sea premiado y se acabe de una vez por todas con cualquier intento de utilizar la educación elemento ideológico.
Una revisión de las leyes ambientales, haciéndolas más prácticas y más adecuadas a la realidad. Por supuesto, una despolitización del Consejo General del Poder Judicial, dejando que los Jueces elijan a los Jueces.
Sacar de la legislación, toda ley que ataque las libertades de las personas y por supuesto cualquier atisbo de la Ley de Memoria Histórica.
Son tan grandes los cambios a realizar que una legislatura será insuficiente, para poder acometer las reformas necesarias, partiendo además de la necesidad de realizar un presupuesto cero, que elimine toda gasto no productivo, además de aquellos organismos con duplicidad de funciones.
No basta ya, con decir que se gestiona mejor, es necesario ir más lejos, lo contrario será una especie de “tirita” que no servirá de cara al futuro.
Hay que explicar con valentía a los españoles lo que se quiere hacer y seguro que la sociedad en su conjunto acabará aprobando la necesidad de centrarse en lo importante.
Sin embargo, ni el Gobierno, ni tampoco la oposición parece darse cuenta, que el problema de España es de “gran calado” y sólo con grandes reformas y una profunda reducción de gasto público se podrá abordar la tarea que viene..