En todos los tiempos, ha habido en los diferentes países del mundo, mandatarios buenos, malos y regulares. Sin embargo, el momento actual que vivimos es sin duda una de las épocas más lamentables.
En Europa, tenemos una UE de muy bajo perfil intelectual y sin criterios firmes en materia de valores, en manos de grupos de interés que quieren implementar un tipo de sociedad a la fuerza, con un sistema democrático que se tambalea en materia de libertades.
Tanto en Francia, Reino Unido, tenemos que su máximos dirigentes son cuestionados por grandes capas de la sociedad y su ejemplo personal e ideas deja mucho que desear, otro tanto podemos decir de España, con un gobierno radical y puesto en cuestión con ideas muchas veces absurdas.
En Italia, el primer Ministro es un señor no elegido por los ciudadanos, un técnico burócrata que como se ha visto durante la pandemia del COVID, puso en marcha medidas de claro cariz totalitario en materia de libertad de movimientos.
En Rusia, tenemos a un sátrapa que ha intentado invadir otro país y no se atiene a razones y en Estados Unidos el Presidente debiera de estar inhabilitado, porque no está en condiciones cognitivas para dirigir la primera potencia.
En Asía, tenemos la dictadura China, en donde los derechos humanos no existen y se toman medidas draconianas con la población y con los disidentes de cualquier tipo, por supuesto, otro tanto tenemos en Corea del Norte, donde la libertad se desconoce y las hambrunas de la población son continuas, mientras se gasta en armamento.
En Canadá, el Primer Ministro Trudeau, ha dado muestras claras de tener en sus actuaciones “tintes” dictatoriales con medidas absurdas y una gestión de la pandemia atroz.
En México, el Presidente López Obrador, es otra muestra de “populismo” sin resultado alguno y con una falta de seguridad ciudadana cada vez mayor.
Otro tanto, podemos decir, de los mandatarios de Argentina, Chile, Venezuela, Nicaragua y por supuesto Cuba.
El continente Africano, sigue con profundas carencias, en gran parte de los países y con graves problemas estructurales debido a la corrupción y la falta de gestión.
En definitiva, tenemos salvo algunas excepciones, unos gobernantes que posiblemente sean el reflejo de una sociedad en profundo declive social y moral.