CUARENTA Y DOS AÑOS DE AUTONOMÍA

Se cumplen cuarenta y dos años, de la aprobación del Estatuto de Autonomía para Cantabria.

El objetivo de descentralizar la administración para dar una mayor cercanía a los administrados, era el objetivo principal de gran parte de los defensores del proceso autonómico, creo sinceramente, que tenían en su idea, buenas intenciones.

Cuarenta y dos años después, Cantabria, se sume en une estancamiento económico, con una sociedad envejecida, con una maraña administrativa de casi 26.000 funcionarios dependientes de administración autonómica y una deuda cercana a los 3.500 millones de euros, lo que viene a suponer casi 6.000 euros de deuda por habitante, a pesar de que nuestra Comunidad, es una de las mejor financiadas al margen del País Vasco y Navarra.

¿Para qué ha servido la Autonomía?. En el caso de Cantabria, el sistema autonómico, ha servido para crear una clase política y funcionarial, totalmente desproporcionada e innecesaria, además imposible de mantener, si no es con la solidaridad de otras Comunidades.

No sería justo decir que todo se ha hecho mal, desde luego, en materia de comunicaciones, debido a las obras del Estado, se ha avanzado, aunque quedan todavía proyectos muy necesarios por desarrollar.

No sabemos como nos hubiera ido estando en Castilla y León, es algo que puede quedar en la discusión teórica, aunque entonces y ahora una colaboración con Castilla y León siempre hubiera sido buena.

En definitiva, tenemos autonomía, pero no podemos mantenerla, luego no sirve con los parámetros actuales, lo que no quiere decir que la autonomía sea buena o mala, sino el “traje” con el que se quiere vestir y obviamente, Cantabria tiene un traje muy grande y se nos escapan las “mangas”.

Es obvio, que está autonomía ha sido muy fructífera para el nacimiento de una clase política desproporcionada y que vive muy bien, por cierto inasumible a medio plazo.

Estoy seguro que muchos de los políticos que apostaron por aquel proceso, si hubieran conocido por anticipado sus consecuencias, hubieran hecho un traje más pequeño, o incluso no hubieran tomado la decisión que tomaron; en definitiva, la autonomía de Cantabria aunque parece irreversible necesitará grandes ajustes, mucho antes de lo que algunos piensan.