El estado de derecho, un estado derecho sano y no contaminado, nos da garantías a todos, sin discriminación de ningún tipo, es una especie de pasaporte de seguridad que impide ningún abuso y que sobre todo, puede proteger a los ciudadanos de cualquier arbitrariedad o capricho que se pueda producir por parte del poder.
Pero para que estado de derecho, funcione bien, necesitamos que exista una autonomía plena en los diferentes órganos judiciales.
Tanto a Jueces como Fiscales, debe de llevarles únicamente un interés, ser justos y evitar ser arbitrarios y mucho menos perjudicar a nadie a sabiendas.
Desde luego, en España podemos comprobar, cuarenta años después de aprobarse la Constitución que a los legisladores, les quedaron lagunas por las que el poder ejecutivo trata de colarse para controlar o influir los órganos judiciales.
La Fiscalía, como estamos viendo, esta perdiendo su credibilidad, no porque los Fiscales no sean capaces o no estén preparados o tengan mala voluntad en la gran mayoría de los casos, sino que la política, el poder Ejecutivo, sobre todo en los últimos años, ha tomado un tinte nada profesional, por lo menos a simple vista y más parece obedecer a los dictados del Gobierno, bien por omisión o por otras causas. Es verdad, que una parte significativa de los Fiscales muestran su profesionalidad cada día, pero los ciudadanos nos sentimos cada vez más perplejos, como a alto nivel no se defienden investigaciones de interés para la ciudadanía y como en muchos casos, parece la Fiscalía una defensa más del Gobierno.
El Fiscal General del Estado, debiera de ser nombrado por una propuesta pactada de todos los Fiscales, que proponiendo dos o tres nombres de nivel y capacidad, así como de independencia, sea después elegido un nombre, por parte del Gobierno de turno.
Los ciudadanos, no sólo en España, sino en Europa, cada vez nos sentimos más indefensos ante poder, que cada vez de forma más voraz controla casi todo en nuestras vidas y haciendas; un poder, que no repara en seguir conquistando cotas en beneficio de unos pocos.
Después la historia ya la conocemos por experiencias del pasado siglo, llega la dictadura y la imposición caprichosa.